Albania, uno de los países más desconocidos de Europa, alberga lugares que son auténticos museos al aire libre donde se pueden ver las huellas de todas las civilizaciones del Mediterráneo. Hay fusión de las culturas griega, romana, bizantina, veneciana y otomana. Lugares como Butrint que, según la mitología fue fundada por Heleno, que huyó de Troya, y antes de llegar a Italia paró en ese lugar para sacrificar en su barco a un toro que nadó herido hasta la costa. Heleno lo interpretó como un buen presagio y de ahí el nombre de este lugar: Buthrotum (toro herido).
Épiro, nombre que recibía Albania en la antigüedad, y Macedonia fueron los dos reinos que, en los tiempos clásicos, colindaban con Grecia, justo al otro lado de su frontera septentrional. Sus reyes más conocidos fueron Pirro de Épiro y Alejandro Magno de Macedonia, pero, con el andar de los tiempos, sus estados entraron en decadencia y fueron conquistados por otras potencias, caso de los romanos, los bizantinos y los otomanos. Por ello, muchas de las ciudades y yacimientos arqueológicos de Albania dan testimonio de este rico y preeminente pasado histórico del que hoy en día son testimonio viviente Butrint, Vergina (con sus magníficas tumbas reales macedonias), Dodona (el santuario oracular de Zeus), Tesalónica (con sus iglesias paleocristianas) y los barrios históricos otomanos de Berat o Gjirokastër. Todo ello, patrimonio de la Unesco.
Carles Buenacasa: “Si hoy me tocara la lotería y pudiera permitirme el lujo de desaparecer, uno de los cinco lugares del mundo en el que fácilmente podríais encontrarme sería Atenas y, más concretamente, en lo alto de la Acrópolis, extasiado en la contemplación del Partenón”, comenta Carles Buenacasa. Doctor en Historia Antigua por la universidad de Barcelona, hoy en día ejerce como docente en dicha institución. Su pasión por el mundo antiguo comenzó mucho antes de iniciar sus estudios universitarios y, veinte años antes de que eso pasara, esperaba ya con ilusión poder traspasar algún día los propileos de la Acrópolis. Es autor de numerosos artículos y libros, tanto científicos como de divulgación, sobre el mundo clásico griego y romano y ha colaborado con diversas instituciones de difusión cultural con cursos y conferencias para todos los públicos.
Además de todo ello, Carles Buenacasa es un infatigable viajero que ha recorrido los principales escenarios de la antigüedad grecorromana en toda su amplitud, desde su frontera más septentrional, el Muro de Adriano en la Gran Bretaña, hasta sus límites más meridionales, más allá de las ciudades romanas de los desiertos tunecino y libio, pasando por las olvidadas villas romanas del Norte de Portugal o las bellezas arquitectónicas de la monumental Petra nabatea.