EXPEDICIÓN BUCEO YAMALIA (SIBERIA)

18 abril 2018

Por Paco Acedo

Hay lugares cuyos nombres parecen sacados de un cuento. Lugares que desprenden cierta energía con sólo nombrarlos. Son entornos increíbles, con una atmósfera cristalina, sin luz eléctrica ni coches, donde se percibe una paz y una energía indescriptibles y en los que es fácil imaginar las manadas de Mamuts avanzando por la Tundra. Es el caso de Yamalia, un lugar remoto y helado donde viven los últimos pastores nómadas siberianos y donde pretendía explorar buceando los gélidos lagos de los montes Urales, en la meseta siberiana, la más grande del mundo.

Yamal significa el fin o el borde del mundo. Se trata de un lugar con uno de los biomas más fríos de la tierra que, azotado por el viento, cuenta con numerosos ríos serpenteantes, permafrost permanente y escasa vegetación. Desde hace más de mil años es el hogar de los últimos pastores de renos, el pueblo Nenet.

La aventura con los Nenets en la Siberia profunda no sería como esperaba. Por primera vez en 25 años desde que empecé a viajar por el mundo no fui bien recibido, llegando a sentir que era engañado por mis anfitriones. Pese al respeto y curiosidad con la que siempre intento integrarme en las culturas que he visitado por todo el mundo, en esta ocasión mi compañero y yo fuimos recibidos como intrusos por la familia que nos acogió. La vida de un nómada en las tierras de Siberia no es nada fácil y sólo comprensión recibieron por mi parte pese a la tensa e incómoda situación.

Nunca supe el motivo de aquel rechazo, quizás no estaban contentos con el acuerdo alcanzado a través de mi contacto local, que hizo las funciones de intermediario. Quizás no pasaban por un buen momento familiar o quizás, las barreras de comunicación al no hablar ningún idioma común, hicieron que pese a mi esfuerzo por acercarme y hacerme entender, la distancia entre nuestros mundos fuera insalvable. Afortunadamente los niños, dentro de su propio mundo y ajenos a la difícil realidad de sus familias, siempre me recibieron con curiosidad y sonrisas.

Bucear en los inexplorados lagos de los montes Urales fue un sueño que no pude llegar a cumplir, pues las promesas de ayuda de mis anfitriones para perforar la capa de hielo posibilitando así mi acceso al lago, quedaron en cobrar por adelantado y no llegar a cumplir lo acordado. Una situación muy desagradable a la par que violenta.

Pese a todo, el respeto y la comprensión siempre fueron y serán la clave para, sea en las circunstancias que sea, disfrutar de cada aventura junto a estos excepcionales grupos humanos en cualquier rincón del planeta.

Paco Acedo

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