6 de diciembre de 2017: obra solidaria en Quetzaltenango
Me hace mucha ilusión compartir con vosotros esta crónica. Tras muchos viajes por el mundo veo que existen grandes necesidades económicas, sanitarias y educativas en muchos de los pueblos situados en los alrededores de las montañas que asciendo. Por ello, desde hace ya muchos años llevo comprometiéndome seriamente aportando un pequeño granito de arena consistente en la realización de una ayuda solidaria en estas comunidades. Son personas con falta de recursos, grandes olvidados, y un pequeño gesto solidario puede suponer una gran ayuda. Como forma de apoyo siempre he pensado que lo mejor es tratar de fomentar la educación, verdadero motor de las sociedades, y por ello mi ayuda se centra principalmente en aportar material escolar a niños de casas de acogida, pequeñas escuelas u orfanatos. Es mi forma de entender la labor solidaria que siempre va ligada indisolublemente a mis proyectos montañeros.
Amanece un nuevo día tras el logro montañero conseguido ayer, y con ánimos enfrentamos una nueva jornada. Hoy realizaremos la obra solidaria en Quetzaltenango, la ciudad de partida para la ascensión al Tajumulco. A las 9:00 quedamos con Gaby, una mujer guatemalteca, oriunda de Quetzaltenango, que es la esposa de Josh, la persona con la que hemos organizado la logística de transportes durante nuestra estancia en Guatemala. Estos días pasados les comenté mi idea y se ha ofrecido muy amablemente a llevarnos a un lugar donde se necesita ayuda y carecen de muchas necesidades básicas. Se trata del Refugio “Nuevos Horizontes”, un lugar de acogida y apoyo a mujeres que han tenido hijos siendo niñas, un problema muy acuciante en Guatemala. Esta asociación se encarga de darles apoyo psicosocial, administrativo, jurídico y les provee de un alojamiento. En dicho lugar hay unos 40 niños, hijos de madres maltratadas, huérfanos y de familias desestructuradas.
En primer lugar visitamos la sede administrativa, situada en un barrio de Quetzaltenango, y allí conocemos a las administrativas y psicólogas del Refugio “Nuevos Horizontes”. Les planteo mi afán de ayudar y tras varias gestiones conseguimos localizar por teléfono a la persona que gestiona la casa de acogida, que amablemente accede a que realicemos la ayuda solidaria. Nos comunica las necesidades básicas que requieren y acto seguido nos vamos a realizar las compras necesarias, donde Gaby nos ayuda enormemente con toda la logística.
En una papelería compramos multitud de material escolar que servirá de gran ayuda en su educación y durante el actual curso escolar. Recorremos los pasillos de la papelería echando constantemente material escolar a las cestas de la compra. Cuadernos, cartulinas, lápices, lápices de colores, borradores, sacapuntas, tijeras, pegamentos, pinturas, temperas y pinceles, plastilina, juguetes, y muchas mñas cosas acaban llenando 4 cestas. Luego nos fuimos a un supermercado donde compramos productos de necesidad básica, como productos de higiene íntima para las niñas, azúcar, harina, pasta de dientes, papel higiénico, etc.
Cargamos todo en la furgoneta y nos dirigimos a la casa de acogida. El lugar se encuentra a las afueras de Quetzaltenango, en las laderas bajas del volcán Santa María, en un lugar escondido, rodeado de altos muros con vallas, como si fuera una cárcel. Lo tienen así para evitar que los maridos y padres maltratadores puedan acceder al lugar y llevarse a los niños. De hecho ahora tienen una sede fija construida hace poco, pero anteriormente iban alquilando casas, cambiando de lugar cada cierto tiempo para evitar que pudieran localizar a las madres y niños. ¡Es increíble que este tipo de situaciones tengan que ocurrir!
Nada más llegar a la casa de acogida, a las 12:00, un pequeño temblor hace que se muevan las alambradas del lugar. ¡Menudo recibimiento! Entramos en la casa, conocemos a las personas que lo gestionan y nos dirigimos a un salón grande donde descargamos todo el material escolar sobre una gran mesa. Los niños bajan de las habitaciones y se colocan alrededor de la mesa. Son unos 40 niños de todas las edades, 2 bebés, un grupo de niños de entre 3 y 10 años y varias niñas adolescentes. Sus caras muestran asombro al ver a unos desconocidos que han venido de muy lejos a traerles tantas cosas. Con gran dicha les explico mi ayuda solidaria y colaboración, y sus aplausos y sonrisas tras mis palabras son el mejor de los regalos que uno puede recibir. Es un momento tierno y emocionante y los niños lo agradecen enormemente.
El tiempo apremia, pues tenemos que tomar un transporte de vuelta a Ciudad de Guatemala, y contentos nos despedimos de ellos, con una sonrisa en la cara. Con esta nueva obra solidaria trato de concienciar de las necesidades que se requieren en muchos lugares, y espero que pueda servir como acicate para que la gente se comprometa más en labores solidarias. Yo lo seguiré haciendo.
Una vez acabada la obra solidaria comemos rápidamente y a las 15:00 nos recoje Jorge para iniciar nuestro periplo de transportes que nos llevarán a un hotel cerca del aeropuerto de Ciudad de Guatemala, pues mañana temprano tomaremos un avión para visitar Tikal. El trayecto se hace muy pesado y largo. Jorge nos lleva hasta un lugar llamado Los Encuentros, donde llegamos a las 17:00. Allí cambiamos a un minibus privado que nos deja tras otras 2 horas de viaje en medio de una gasolinera a las afueras de Ciudad de Guatemala, donde nos recoge otro minibus que por fin nos deja en un hotel cercano al aeropuerto. Han sido 5 horas de viaje y estamos tan cansados que caemos rendidos.