4 de febrero de 2023

Crónica 5

Antonio de la Rosa: fin de la travesía a remo, en solitario, desde el cabo de Hornos, por el Mar de Hoces, a la isla de San Pedro (Georgia del Sur)

Texto de Javier Alonso-Iñarra, miembro de la Junta Directiva de la SGE.

Antonio de la Rosa finalizó su aventurado recorrido al llegar a la isla Georgia del Sur, tras navegar cerca de 3000 km ininterrumpidos durante cuatro semanas. Desde el 7 enero al 3 febrero, de la Rosa realizó una travesía en el siempre temido Océano Antártico, en una embarcación a remo de siete metros equipada de una pequeña vela. Junto con la epopeya de Shackleton en 1916, que de la Rosa quiso conmemorar, no se conoce de otra travesía tan larga y arriesgada a remo por el conocido como el mar más peligroso del planeta.

Su plan era remar desde el continente americano al antártico, unos 850 km. de imprevisibles y a menudo intensas condiciones climatológicas. Para ello cruzaría a remo el conocido como Paso de Drake, reivindicando que este mar descubierto ya doscientos años antes de la llegada del ingles por el español Francisco de Hoces se llama en realidad Mar de Hoces. Antonio navegaría hasta la isla Elefante, para desde allí continuar con ayuda de la vela hasta la isla de S. Pedro o Georgia del Sur y llegaría por tierra a Grytviken el puerto al este de la isla. .

A las dos semanas de su travesía, habiendo cruzado la parte más peligrosa, se encontraba cerca de su primer destino en la isla Elefante, cuando decidió cambiar su rumbo, dirigiéndose directamente hacia la Isla de S. Pedro:

”Esta decisión viene marcada fundamentalmente por todos los problemas que tengo en la embarcación. Averías importantes tanto a nivel de electrónica como de otros componentes. Además, la acumulación tan importante de humedad en la cabina, ha hecho que se me estropeen varios fusibles. Y de las tres cámaras de grabación que llevo solo me funciona una y las baterías se han estropeado, etc. Esto hace peligrar realmente la expedición y lo que quiero es llegar lo antes posible a Georgia para evitar tener que suspender toda la expedición. A vela creo que podré ir el doble o triple de rápido, y con mejor dirección y trayectoria. Si a remo hubiera tardado tal vez hasta tres semanas, a vela creo que podré llegar en menos de 10 días. He preferido poner la vela y cancelar mi ilusión de llegar a isla Elefante a remo, por no arriesgar toda la expedición”.

Durante semanas de comunicaciones casi inexistentes, Antonio, prosiguió un par de miles de kilómetros sujeto a vientos contrarios o de través, día tras día en la monótona continuidad de aquel entorno hostil.

El final previsto de su travesía reproducía la última etapa por tierra del famoso viaje de Shackleton, pero le fue denegado el permiso. Antonio de la Rosa escribió:

“Estoy yendo al sur de la isla, cuando la ruta de Shackleton sale del norte. Lo hago por dos motivos. El primero porque la embarcación de apoyo me ha dicho que no quiere ir a esa bahía. La costa oeste es muy peligrosa y sería para ellos su suicidio, con lo cual nunca me podría recoger allí, y yo necesito que recojan el barco para llevármelo de vuelta a Puerto Williams. Y el segundo motivo es que he recibido contestación de la administración que da las autorizaciones para las travesías en Georgia del Sur, fuera de las rutas turísticas. Me han denegado la travesía a pie y con esquís por la ruta de Shackleton al ir en solitario. Lo he intentado desde hace meses, pero no ha habido manera, necesitaban que fuera acompañado. Con lo cual, esa pequeña guinda del pastel que quería finalizando esta expedición no la voy a poder tener, no es que me importe mucho porque realmente no es ningún desafío extraordinario. Es una ruta no turística, pero que todos los años la hace decenas de personas. El desafío real era llegar hasta aquí a remo y navegando”.

Según el propio de la Rosa, su travesía tuvo días de muy mala mar, con oleaje de hasta 7 m. y vientos en exceso de los 100km/h. Finalmente, en la aproximación a la isla de S. Pedro o Georgia del Sur, luchando con aire frio procedente de las alturas de la isla lo empujaba mar adentro, debió acceder a una ensenada rematada en el interior por un glaciar sustancial.

“La maniobra de aproximación final fue realmente peligrosa. Sin duda, la más arriesgada de toda la expedición. La tuve que realizar para terminar con éxito, ya que los vientos catabáticos que se generan en la isla y que bajan de las zonas altas hacia la costa con una virulencia que da miedo, me tocaron de lleno. La embarcación de apoyo y seguridad me estaba esperando en la protección de la ensenada Smaaland Cove, detrás de Green Island, y no quiso salir a buscarme a mar abierto evitando mi arriesgada maniobra de acercamiento, con una dificultad añadida, tener que pasar entre dos pequeñas islitas para no separarme con los vientos catabáticos y poder entrar por mis propios medios a esta ensenada, con un gravísimo riesgo al tener que pasar por encima de Brode Island. Casi toco la isla, bastante miedo pasé, no lo voy a negar. Finalmente consigo entrar en la ensenada, bonito glaciar, fotos y documento gráfico del equipo de filmación en el barco de apoyo a quienes no veía desde hace una semana”.

Antonio se encuentra ahora en Grytviken, organizando su regreso y el de su malparado barco a Puerto Williams en el continente. Decepcionado por la desidia que ocasionó gran rotura de la proa del barco, espero le dé la importancia que merece ante la magnitud de esta aventura.

¡Bravo Antonio!