Hoy toca un nuevo esfuerzo, después de la paliza de ayer. Sin apenas descanso, esta vez subiremos una montaña de 6.000 metros, el Volcán San Francisco. Su ascensión será muy importante para ir dándole forma a la aclimatación y ver cómo nos manejamos en una montaña más alta.
Madrugamos bastante y a las 5:30 estamos en pie. Bajo la noche estrellada desayunamos en la carpa comedor tostadas con mermelada y avena con yogur. Preparamos las mochilas y el material de montaña. En esta ocasión, a diferencia de las ascensiones previas donde utilicé una bota más técnica y menos caliente, aquí me llevaré las botas de expedición Millet, las mismas que usaré en el Ojos del Salado y que se usan en ambientes muy fríos.
A las 6:30 nos montamos en el jeep y nos dirigimos hacia el Paso Internacional de San Francisco, a unos 20 Km de la Laguna Verde y que delimita Chile con Argentina. Justo a partir de ahí tomaremos una pista que nos dejará cerca del Volcán San Francisco. Circulamos por pista de tierra, pues la carretera está en proceso de asfaltarse. En el camino nos sorprende el amanecer y nos quedamos absortos ante el sinfín de montañas que se aglomeran en la región del altiplano andino por la que circulamos, como el San Francisco al fondo, y hacia su derecha el Incahuasi, el Fraile, el Muerto y el Ojos del Salado. Toda una cadena de volcanes de más de 6.000 m, un collar de fuego y rocas que emerge altivo sobre la llanura andina.
Llegamos al Paso Fronterizo y tomamos un camino de piedra que se adentra en la ladera del San Francisco. La pericia al volante de Cristian hace que avancemos poco a poco por las faldas del volcán atravesando un terreno lleno de grandes piedras, que imposibilitan el avance, pero nuestro amigo se maneja como pez en el agua y consigue abrirse camino por sitios insospechados, mientras vamos dando botes, hasta llegar a la altura de 5.143 m. Nos hemos ahorrado por lo menos 1 hora de caminata. ¡No está nada mal!
Iniciamos nuestra ascensión a las 07:15, aun bajo la sombra de la montaña, aunque en la lejanía los rayos del sol ya han bañado las demás montañas que observamos desde el San Francisco. Subimos una pequeña ladera, para luego bajarla mientras nos toca atravesar un campo pequeño de penitentes, formaciones de hielo que el viento ha moldeado y parecen monjes en penitencia; ¡aunque yo diría que se llaman así porque es una penitencia tener que atravesarlos! Tras la bajada, toca subir de nuevo la siguiente ladera, en este sube-baja rompe piernas nada más empezar. Seguimos a la sombra, yendo a buen ritmo de marcha, en silencio y por suerte de momento sin viento. En apenas 1 hora y media alcanzamos los 5.400 m, donde paramos un rato a beber y comer, pues a partir de aquí nos espera la peor parte. Nos toca ahora subir por un pequeño camino que corta la ladera y asciende en línea recta hasta casi los 5.700 m. El sol ya ha salido y nos calienta, pero el odioso viento ya empieza a golpearnos. Avanzamos por una pendiente con tramos de hasta 40 grados, mientras vamos atentos y concentrados para evitar una caída hacia nuestra izquierda que podría hacernos mucho daño. Me encuentro muy bien en este tramo de la subida y subo con ganas y tesón, pasito a pasito. De nuevo paramos 1 hora y media después, a las 10:15 a 5.660 m, justo al borde del cráter. Hemos superado uno de los tramos clave de la ascensión. Aprovechamos el momento para comer, beber y descansar después del esfuerzo realizado, bajo el eterno ambiente que nos acompaña siempre, sol y viento.
Tras la pequeña parada avanzamos por el borde del cráter interior de la montaña. Parce que camináramos sobre la superficie lunar, y el avance ya empieza a hacerse más costoso, más fatigoso. Vamos ascendiendo progresivamente en una larga distancia, desde el inicio del cráter hasta su final. El viento ya es constante y azota con fuerza. Voy con el plumas de expedición, que a la vez es cortavientos para poder ir lo más abrigado posible. Esta parte de la ascensión me cuesta bastante y voy caminando con lentos pasos y despacio, cansado. Aunque hasta los 5.700 m iba muy bien, estos últimos metros se me están haciendo más agotadores. Quizás la altura está pasando factura. A las 11:40 alcanzamos el final del cráter a 5.900 m. Llego agotado. Justo delante de nosotros surge la ladera cimera que conduce hasta la cumbre. Estoy inicialmente tan agotado que dudo sobre si podré seguir, pero hacemos una parada larga a descansar, donde reponemos energías con el té caliente y comiendo barritas, geles y frutos secos. Esto hace que me recupere y avance ya con decisión los últimos metros, ascendiendo por la ladera de forma directa y luego haciendo zig-zags hacia la derecha.
Para llegar a la cumbre los últimos metros transcurren por una inmensa llanura cimera, tan grande como un campo de fútbol. Al fondo a la izquierda, según subimos, distinguimos la cruz que marca el punto más alto. Avanzamos hacia allí y por fin, a las 13:00, tras casi 6 horas alcanzamos los 6.018 m del Volcán San Francisco. Nos abrazamos efusivamente después del esfuerzo realizado por todos. Estoy muy contento por el objetivo conseguido. Está visto que vengo a sufrir en esta expedición, pero no me importa, sé que soy una persona con mucha capacidad de aguante y si me planteo algo iré con toda la decisión, perseverancia y pasión necesarias para conseguirlo. El San Francisco ha sido un ejemplo de ello.
Desde la cima las vistas son increíbles. Enfrente nuestra tenemos el imponente Incahuasi, seguido de la hilera de volcanes, con el Fraile, el Muerto y el Ojos del Salado al fondo. Al mirar hacia dónde venimos distinguimos la bella estampa de la Laguna Verde dando un toque de color al tono marrón de las montañas, con los tonos blancos de los neveros que aún decoran sus laderas. Hace un día soleado muy bonito, pero el constante y fuerte viento se empeña en aguar la fiesta. Al lado de la cumbre hay unas rocas y nos agazapamos entre ellas para evitar el incómodo viento. Allí pasaremos una media hora descansando y disfrutando del entorno. La aclimatación va yendo bien y no siento dolor de cabeza ni malestar.
La bajada la hacemos rápido, a pesar de las fuertes rachas de viento de hasta 60-70 km/h. Me encuentro muy bien, ya recuperado del esfuerzo durante la subida, y bajo muy rápido, adelantando al resto de compañeros. El cráter lo atravesamos con premura y luego en la bajada a media ladera, al ser por un camino con arena lo hago rápido, pero siempre con mucho cuidado, pues está muy empinado y un ligero tropiezo podría hacer que caiga ladera abajo. En estos casos la ayuda de los bastones es fundamental para hacerte guardar el equilibrio y ayudarte en la marcha.
Tras la bajada por la ladera, nos toca volver a subir el pequeño tramo de los penitentes y por fin tras unas 2 horas de bajada, alcanzamos el jeep a las 16:00. Nos agrupamos todos y descendemos con el 4×4 hasta la carretera y en poco tiempo llegamos al campamento de la Laguna Verde. Allí, de nuevo me quedo descansando en la tienda, como ayer, para así recuperarme del esfuerzo realizado. Aprovecho para llamar a la familia con el teléfono satélite para irles contando cómo va la expedición, rutina que voy desarrollando a lo largo de la misma, para así mantenerles informados de los pormenores de la misma.
La cena nos sienta de maravilla, con carne con patatas y arroz. La verdad es que estamos comiendo muy bien en la expedición, algo fundamental para poder afrontar todos los retos que hemos logrado y los venideros. Tras la cena hablamos acerca del plan para el ascenso al Ojos del Salado. De momento con la ascensión de hoy hemos dado por terminado la primera parte de la aclimatación, donde hemos ascendido 3 montañas, y ahora nos centraremos en el ascenso del verdadero objetivo, el Ojos del Salado. El pronóstico del tiempo nos da una ventana para intentar la montaña el próximo martes o miércoles, que es cuando hace menos viento, con rachas de alrededor de 45 km/h. Antes o después las fuertes rachas de viento de alrededor de 90 km/h harían imposible un intento. Mañana nos tomaremos un día de descanso entero en la Laguna Verde y decidiremos cual es el mejor plan para afrontar con garantías el ataque a la cumbre del Ojos del Salado.

Juan, con los ánimos por todo lo alto.

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