De tener éxito la Mars Gaming Northabout Expedition, será la primera vez que un equipo español alcance el Polo Geomagnético. Pero lo más interesante es el propio territorio donde se desarrollará la apuesta, en la auténtica “puerta del infierno blanco”, el estrecho de Nares que la expedición piensa atravesar y que fue el paso escogido por numerosas expediciones a lo largo de la historia para alcanzar por mar el Polo Norte, pues se pensaba erróneamente que tras la barrera de hielo existía un mar templado.

Esto provocó grandes tragedias y epopeyas dignas de recuerdo, una creencia que dio comienzo en el siglo XVI, sugerida por algunos sabios; marinos británicos como Barents y Hudson se agarraron a ella pues pensaban que si conseguían abrirse paso por este mar templado situado en el Polo, podían abrir nuevas rutas comerciales hacia el Pacífico burlando el monopolio portugués y español.

El propio atlas del geógrafo holandés Mercator recoge la creencia popular bajomedieval sobre el polo Norte que se extendería hasta el siglo XX: una enorme montaña de metal imantado -la legendaria Rupes Nigra- haría las veces de Polo Norte Geográfico; y en torno al enorme imán se abriría un mar líquido azotado por la tempestad y rodeado de cuatro enormes islas heladas.

Durante el siglo XIX se produjeron las más osadas tentativas para alcanzar este lugar legendario; con la excusa de buscar los barcos de la partida de Franklin, desaparecidos en el gran norte, los más osados capitanes anglosajones, como Kane, Hayes, Hall o Nares, partieron hacia septentrión; el rescate solamente era una excusa.

En realidad buscaban abrir nuevas rutas por un escenario que creían navegable. Pero no lo era, y muchos dejaron los huesos en el intento. Hubo que esperar al genial Fritjof Nansen, quien demostró que la teoría del Mar Polar Abierto era falsa.

En unas décadas, sobretodo después de que Peary reclamara su victoria en el Polo, las expediciones dejaron de atravesar este paso entre Canadá y Groenlandia en busca del mítico mar y de su roca negra.

El siguiente paso que dimos tras nuestra visita a Inglaterra fue la elección del equipo; como médico de expedición vendría la médico María Valencia; la tripulación -en quien recae gran parte del peso del reto- la integrarían Mike Stewart -el capitán- , el maestro ruso de hielo Nikolai Litau y el rocoso Aitor Basarrate, que es un hombre clave asimismo en la expedición de tierra. Como experto en desplazamientos por territorio helado vendría el ingeniero retirado Manuel Mallo, profesor de cursos de supervivencia en frío extremo. Finalmente, estaría el equipo audiovisual, conformado por los periodistas Rafa Gutiérrez y Javier Zardoya, ambos conocidos viajeros. Mi papel sería el de director de la empresa en conjunto, junto con Laura Hernández, la esponsor principal.

Cuando conseguimos que otras firmas punteras  se unieran a la empresa llegó el momento de la preparación y el entreno. Probamos el barco en el mar de Irlanda, en una singladura entre la localidad de Westport y Belfast, donde el Northabout quedó en reparación.

EL MAR DE IRLANDA

-Atención despertaros, barco de guerra a las doce en punto -advertí.
Eran las seis de la mañana y un enorme buque gris enviaba señales luminosas a dos escoltas que le flanqueaban.
-Coño pues es verdad- respondió Aitor, es una flota. Despierta a Mike!!.

El cachondeo fue general cuando descubrimos que nuestra formación de buques de la Royal Navy no eran más que dos agrisados islotes provistos de Faros. Fue el punto simpático del viaje y motivo de mofa por parte del capitán británico, que consignó en la bitácora:

“7,00 A.M: la tripulación vasca se prepara para un posible abordaje contra la Royal Navy, resultando ser en realidad el islote y faro de Castle Rocks.

Fue una navegación plácida y algo contrastada entre la luz matinal que regaba las aldeas de paredes blancas y las brumas intempestivas que le daban al conjunto cierto aspecto lúgubre; derruidas fortalezas de la época de Cromwell servían de refugio a las gaviotas gritonas mientras las focas se zambullían en las aguas de tono añil.

Antes de la singladura regamos los gaznates como buenos marineros en las tabernas de de Westport, sobretodo en el famoso bar de Mat Molloi’s, flautista del grupo The Chieftains. Luego visitamos al silencioso constructor del Northabout, Jarlath Cunanne; un tipo grande de torso abarrilado y mirada de hielo que despuntaba en el fondo de un rostro adusto cubierto de vello blanco. El irlandés nos enseñó su nuevo diseño, un hermano menor del mítico Northabout que se ocupaba en construir en su garaje. También nos puso un video con las vicisitudes de la mítica expedición irlandesa al estrecho del Noroeste, que él mismo había comandado en 2001.

Dice una leyenda de Irlanda que el hada Banshee canta cuando alguien va a morir; y debió de hacerlo una desgraciada mañana de niebla, pues nos encargaron buscar los restos de un helicóptero de rescate y sus ocupantes en la ruta hacia el norte.

La piloto fue la única superviviente; la encontraron flotando malherida, y murió de camino al hospital.

Los otros cuatro ocupantes desaparecieron en las borboteantes aguas, junto a un enorme arrecife de mal agüero llamado “Black Rock” que hay a la entrada de la bahía de Donegal. Pero no conseguimos ver nada y día a día, fuimos acercándonos hasta Belfast.

Hay que decir que nos hicimos con el barco; sobretodo Aitor fue calificado por Mike como “un tipo que es un once sobre diez”.

También iba con nosotros otro intrépido vasco, Iñaki Saratxo, un pelirrojo, músico y viajero con el que tuve el placer de conversar.

ENTRENAMIENTO FÍSICO

Antes de terminar haciendo los honores a una Irish Rec en el pub Morning Star de Belfast, Aitor probó el traje seco, compramos algunos chalecos salvavidas y planificamos cursos y entrenamientos que pensábamos seguir al regreso a casa. La aventura al fin tomaba visos de realidad cuando nos despedimos de Iñaki, Mike Stewrt y Dave “el peligroso”. Para ellos la aventura era inminente pues se embarcaban para las islas Feroes, y depués, previo paso por Islandia, a Groenlandia.