Expedición de Alberto Gómez Borrero
Diario de la expedición Machaypampa: Alberto Gómez Borrero
Expedición de Alberto Gómez Borrero
Diario de la expedición Machaypampa: Alberto Gómez Borrero
Otra vez la Suerte llama a mi puerta para invitarme a una nueva aventura. En esta ocasión me pilló en la tienda Pangea asistiendo a una conferencia sobre el Perú del gran José Manuel Novoa, realizador de documentales muy ligado a la Sociedad Geográfica Española, quien me presenta a un espeleólogo con mucha experiencia en cuevas del departamento peruano del Amazonas.
El experto espeleólogo resulta ser Agustín Rodríguez Teso, sacerdote en la parroquia de la Cañada Real, apodado como el Robin Hood con sotana. Sin duda, todo un carismático personaje. Tras intercambiar impresiones sobre las maravillas de mi país adoptivo, me propone formar parte de una expedición que se está forjando para explorar la cueva de Intimachay en la provincia de Chachapoyas: la expedición Machaypampa.
No necesitaba oír nada más para saber que esa propuesta no la podía rechazar. Sin embargo, antes de recoger el guante y ponerme a sus órdenes le advertí que aunque he tenido algunas experiencias en cavernas, no tendría plena autonomía con el manejo de cuerdas… pero aprendo rápido.
– Bienvenido al Proyecto Machaypampa, me dice el páter
Parece que me voy a volver a manchar de barro. Toca desempolvar el látigo y el sombrero. ¡Qué emoción!
En los siguientes meses consigo cuadrar alguna escapada a Madrid para formarme en técnicas de espeleo socorro, en el sistema de comunicación Tedra y familiarizarme con el material técnico de escalada y espeleología. Además, voy conociendo al resto de integrantes de la expedición y empapándome de los pormenores del proyecto y objetivos que persigue.
El nivel de mis compañeros es muy alto y cada uno en lo suyo, están muy bien preparados. Arqueólogos, geólogos, biólogos, médicos, enfermeros, expertos en comunicaciones, equipo de logística… Treinta y ocho integrantes y todos ellos con un común denominador: su pasión por la espeleología. Casualmente, se incorporan a la epedición los guías que me ayudaron a explorar las cuevas ecuatorianas de Los Tayos, una de las experiencias más fascinantes que he tenido en mi vida.
Alberto Gómez Borrero antes de partir.
Comienza la aventura.
Tras el formidable hallazgo de numerosos fardos mortuorios enclavados en la montaña de la Laguna de los Cóndores en 1996, el Centro Mallqui organizó una expedición para rescatar los restos funerarios que todavía no se habían huaqueados y ponerlos a salvo en el Museo de Leymebamba, http://www.museoleymebamba.org/ Este museo está dirigido por la antropóloga Sonia Guillén, considerada una de las más prestigiosas especialistas en el mundo en momias, quien me presentó a José Manuel Galán, máximo exponente español en egiptología y miembro de la junta Directiva de la SGE. Sonia, además de ser ex ministra en el Ministerio Cultura de Perú, es madrina del Proyecto Machaypampa.
Con una mirada espeleológica entrenada, el Padre Agustín y su Grupo Espeleokandil, comienzan a preguntarse si escondidos en las profundidades de las cuevas calcáreas y simas de este enclave de la cordillera andina alrededor del río Utcubamba, podrían esconderse vestigios de la cultura Chachapoyas y pistas de la ocupación de este vasto territorio. Así es como comienza a forjarse el sueño de Machaypampa, hoy convertido en una realidad gracias al apoyo del British Museum, la Fundación La Caixa, Iberia, la Sociedad Geográfica Española… y sobre todo, al esfuerzo y tenacidad de algunos hombres buenos firmemente comprometidos.
Uno de los objetivos de la expedición era topografiar la totalidad de las grutas de la cueva Intimachay (cueva del dios Sol en quechua) para determinar si sería la más profunda del Perú y/o la de mayor desarrollo.
Además del objetivo deportivo, se pretendía investigar los restos arqueológicos encontrados dentro de sus cavidades. Encontramos huesos de animales, restos de fibra vegetal de shicras o cestillos, vasijas de cerámica, huellas de pies descalzos y lo más interesante de todo, contextos funerarios de enterramientos, que por el tamaño de los huesos pareciera que fueran infantes.
Alberto y su compañero de carpa, Miguel Angel.
Alberto Gómez Borrero dentro de la cueva.
La idea era explorar Intimachay de manera exhaustiva para identificar, ubicar, registrar y fotografiar todos los restos encontrados sin manipularlos ni removerlos. Tan solo transmitir a las autoridades del Centro Mallqui la documentación generada. Para quien le pueda interesar, la memoria de actividades fruto de este trabajo de investigación, está publicada en la página del proyecto Machaypampa: www.machaypampa.info
Entre los objetivos principales también se encontraba poner en valor los hallazgos en la cueva, involucrando a las autoridades locales y la sociedad civil. La intención era formar en técnicas de rescate espeleológico a un equipo de policías y concienciar a la población del potencial turístico de un destino semi virgen que pudiera convencer al viajero a prolongar su estancia en Leymebamba, contribuyendo al desarrollo económico, cultural y social de la zona.
Haber formado parte del equipo del Proyecto Machaypampa y explorar la cueva de Intimachay en aquel agosto del diecinueve, supuso una experiencia muy interesante y reveladora. He colaborado en labores logísticas desde Lima, apoyado en las comunicaciones entre el equipo de punta y el campamento base, participado en el descubrimiento de otro acceso exterior, aprendido el escrupuloso trabajo que realizan los arqueólogos sobre el terreno, emocionado con cada hueso o trozo de vasija encontrado en un lugar tan inhóspito, vibrado con intensidad al trabajar en equipo en las entrañas de una montaña y saciado (de momento) la sed de aventura.
Necesité un poco de ayuda y paciencia de mis compañeros con el manejo de las cuerdas, pero creo no haber causado demasiadas molestias y espero haber aportado mi granito de barro y una buena dosis de actitud.
Objetivos cumplidos y expectativas superadas con creces porque he aprendido mucho sobre cuevas y de cómo moverme dentro de ellas. Pero lo más importante es que me he enriquecido mucho conociendo a un equipo humano muy heterogéneo con muchas cosas que aportarme. Además, cumplí el mandamiento clerical de no caerme en el inframundo. Terminantemente prohibidos estaban los resbalones dentro de la cueva.
Han pasado unos meses desde esta fabulosa experiencia y seguimos a la espera de recibir los resultados de las pruebas de Carbono 14 realizadas a unas muestras óseas en un laboratorio japonés para datar la antigüedad de los restos fúnebres. Esperamos ansiosos las noticias de Sonia.
Mientras tanto, estoy preparando la proyección de un ciclo de documentales sobre el Perú en la sala Armando Robles Godoy del Ministerio de Cultura a través de la Sociedad Geográfica Española y la Sociedad Geográfica de Lima. Espero que llegue a tiempo la edición de las imágenes grabadas del Proyecto Machaypampa.