Editorial
Explorar sigue siendo un verbo mágico. Si lo será, que los médicos, en nuestro argot profesional y académico, también utilizamos ese término según propedéutica hipocrática; expresión descriptiva que implica observar, indagar, buscar signos, hallar rastros, atisbar indicios en la Naturaleza humana con el fin de preservar la vida. Tan descriptiva como cuando se aplica a quien otea, escudriña, intenta descubrir, estudia, investiga y admira el horizonte en los mares, en los desiertos, en los glaciares polares o bien la frondosidad en las brumosas junglas, o el paisaje sobrecogedor en las inefables montañas.
La Sociedad Geográfica Española nació con esa vocación de contribuir a la exploración en los tiempos actuales y futuros, pero sin olvidar lo mucho que merecen ser recordados y reconocidos algunos de nuestros compatriotas en siglos pretéritos que tanto hicieron por aportar luz y conocimientos geográficos, cartográficos, botánicos, zoológicos y antropológicos a épocas oscuras de la historia de la humanidad. Igual que nuestros predecesores, los hispanos contemporáneos anhelamos descubrir, con inequívoco espíritu de aventura – constructivo, no vacuo, snob o exhibicionista-, con gran pasión por lo ignoto, con anhelo por pasar a la acción, remontando cursos de ríos africanos, descendiendo torrentes asiáticos, surcando océanos, trepando montes remotos, conviviendo con tribus aisladas o atravesando desérticas extensiones inanimadas. Descubrir puede parecer una osadía en estos compases finiseculares. Pero nadie podría afirmar rotundamente que todo está descubierto en nuestro planeta.
Lo verdaderamente hermoso es divulgar y transmitir esas vivencias.
Estos prolegómenos nos conducen a pensar que los hechos son una buena señal. Evidencian que la S.G.E. es ya un gran activo, siempre creciente, un “atractivo activo”, un nada despreciable patrimonio cultural, intelectual, etnológico, literario, epistemológico, que puede aguardar con esperanza el devenir. Porque irá a más. Porque el conocimiento y el saber siguen siendo puntales filosóficos para explorar el planeta y sus aledaños; porque el entusiasmo por profundizar en la geografía física, política y sobre todo humana, es el mejor motor conceptual y real. El que permite planificar y realizar el trabajo del viaje o la expedición y luego afrontar el esfuerzo por hacerlo saber, bajo el pabellón del rigor.
Creo firmemente que hemos construido algo serio; algo que con el tiempo será importante. Cuando, dentro de cien años, en los albores del siglo XXII estemos todos los miembros fundadores fenecidos; unos bajo tierra, otros bajo mar, algunos entre montañas y glaciares, y ciertos en el espacio, los socios de la S.G.E. como hoy los de The Royal Geographical Society de Londres, o los de The Explorer’s Club de New York experimentarán el legítimo orgullo de pertenencia, de identificarse con la institución arraigada.
Ya se percibe la sólida entidad presente y se intuye la trascendencia futura de la SGE, fundamentalmente por su “apetitosidad” y el interés que despierta. Prueba de ello es la asiduidad con que es cortejada y la voracidad que han mostrado determinados sectores por introducirse, con afán de regir los destinos de la hoy joven Sociedad Geográfica Española. Se fundó con cimientos consistentes y recios. Para que pudiera crecer y perdurar. Y sobrevivirnos a todos. Más allá de los nombres.
En ese entorno referencial, ha llegado nuevamente el momento de otorgar los Premios de la S.G.E., un año más. El Palacio de Fernán Núñez acogerá la solemne ceremonia, con reminiscencias deliberadamente decimonónicas. Pero antes habrá tenido lugar un arduo proceso de selección y análisis, difícil a causa de la calidad y el alto nivel de las candidaturas. En el seno de la S.G.E. se trata de huir del aventurero inculto u oportunista –”reina por un día”-, del viajero de salón, del turista jenízaro, del montañero de moda, del marino de agua dulce, del efímero trashumante autoconsiderado gloria imperecedera en la historia de la humanidad… Una vez más el vocablo “seriedad” identifica el espíritu y los valores de la Sociedad Geográfica Española. Y con esos elementos se construye un elenco de galardonados por méritos indelebles, cuya identidad será desvelada en el curso de la inolvidable velada en le incomparable marco del Palacio.
José A. Pujante, mf SGE.