Texto: Emma Lira

Boletín 62 – Sociedad Geográfica Española – El viaje de los alimentos

No están recién descubiertos, pero sí recién implantados. Su presencia en la dieta española tiene menos de un siglo, y en ocasiones no supera las últimas dos décadas. Puede que llegaran a caballo de modas o envueltos en el aura de sus propiedades benéficas, pero su colonización ha sido efectiva. Ya están aquí.

 

Hay productos que surgen, al filo de una moda o de una eficaz campaña mediática de aparente trascendencia médica, para hacerse con una parte sustancial del mercado en un tiempo record. Ese fue el caso, por ejemplo, de las fugaces bayas de Goji. No nos atrevemos a predecir si el cereal etíope apto para celíacos, el teff, o la cacareada quinoa se enfrentarán al mismo destino, pero lo que sí podemos garantizar es que alguno de estos productos que quizá tan solo el exotismo llevó a nuestras mesas, cruzaron el Atlántico, rompieron la barrera de la dieta mediterránea y del alto pecio al que se comercializaban —el transporte incrementaba sus costes—, y ahora disfrutan de un momento de bonanza, formando ya parte indispensable de la dieta de un importantísimo número de españoles. No están todos los que son, pero demos un repaso a ocho de los recién llegados a nuestras mesas.

KIWI

El kiwi no es, al contrario de lo que la mayoría imaginamos, una planta procedente de Nueva Zelanda. De hecho, llegó a la isla oceánica hace poco más de 100 años, procedente de los bosques del valle del río Yangtse, en China. El nombre popular con el que la conocemos sí que le fue dado allí, por su más que cuestionable parecido con el pájaro del mismo nombre. Sus superpoderes, rico en vitamina C y ácido fólico, bueno para la presión sanguínea, el corazón, la diabetes y el desarrollo del cerebro y el sistema inmunitario, avalan una implantación que tiene nombre y apellidos. Manuel Fernández de Sousa, propietario de Pescanova, introdujo su cultivo y comercialización en España, concretamente en su Galicia natal, porque el kiwi, lejos de ser una fruta tropical, se cría preferiblemente en climas fríos y húmedos. En la actualidad Galicia produce unas 20.000 toneladas al año. Nada, comparado con las casi 2.000.000 que acredita China.

 

PAPAYA

Pertenece a la familia de las Caricáceas, formada por 71 especies de árboles que crecen en regiones tropicales de África y Sudamérica. La primera mención escrita que se tiene de ella es en la “Historia Natural y General de las Indias” de Oviedo, quien, alrededor del año 1535, en una carta a su Soberano, decía haberla visto creciendo en el sur de México y Centroamérica. Las semillas fueron llevadas a lo que es hoy Panamá y República Dominicana, y se distribuyó rápidamente por todas las Antillas y Sudamérica en los primeros tiempos de la conquista. Rica en hidratos de carbono simples, su valor calórico es bajo. Destaca su aporte de potasio y es una fuente muy importante de vitamina C, que interviene en la formación de colágeno, huesos y dientes, glóbulos rojos, y favorece la absorción del hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones. Su efecto saciante la hace muy valorada en las dietas de pérdida de peso. Aunque originariamente llegaba desde el sur de México, en la actualidad se produce en los países de América del Centro y América del Sur, Africa, Florida, la India y Tailandia.

 

AGUACATE

Proviene de un árbol (Persea americana) de la familia de las lauráceas. Su origen radica en México, donde parece que se cultivaba ya en 1500 a.C., aunque también en Perú se han hallado semillas en tumbas incas (750 a.C.). La palabra aguacate viene del náhuatl “ahuácatl”. Los españoles que llegaron a América extendieron su cultivo por Guatemala, Venezuela y otros países cálidos. En la actualidad, en España se cultiva en Andalucía y Canarias de manera reciente, aunque el Diccionario de Agricultura y Economía de 1842 hace referencia a que, en 1572, ya había aguacates en la costa levantina de Valencia y Alicante. Se utilza sobre todo como alimento en crudo, combinado con otras verduras como ensalada, en cremas y sopas, o en una salsa que llegó hará un par de décadas a España, el ahuacamolli.

 

 

MANGO

El árbol que lo produce, la manguifera índica, es originaria del noroeste de la India, el norte de Burma en las laderas del Himalaya, y posiblemente también de Ceilán. Su cultivo se remonta a 2.000 años antes de Cristo, según las crónicas documentadas, aunque se supone que ya era conocido mucho tiempo atrás. La literatura védica está plagada de mitos y leyendas que se refieren al mango. Los chinos fueron los primeros viajeros que lo conocieron, y hacia el siglo XVI era ya un símbolo de estatus en India. Su cultivo era un privilegio de los rajás y nababs. De uno de ellos, Akbar, el gran Moguel de la India del siglo XVI, se dice que plantó un huerto con cien mil mangos. El mundo occidental inició su actual distribución mundial con la apertura, por los portugueses, de las rutas marítimas hacia el Lejano Oriente, a principios del siglo XVI. Los españoles introdujeron este cultivo en Filipinas y, desde allí, a sus colonias tropicales del continente americano, durante los siglos XV y XVI. Y de América vuelve ahora a nuestras mesas como una fruta rica en hidratos de carbono, magnesio, vitamina A y C y potasio, necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular.


LIMA

El origen de la lima se encuentra en el sureste asiático, concretamente en Persia y Malasia. Desde estos países se extendió su cultivo a todas las regiones con climas tropicales o subtropicales del planeta, llegando a Europa a través de las Cruzadas (siglos XI y XII). Parece ser que su nombre común actual se originó en estas fechas, ya que los persas denominaban “limu” a ciertas especies de cítricos, entre ellos los que conocemos como limones. Los musulmanes, durante su dominación de la Península Ibérica, introdujeron ambos frutos es España. La lima no tuvo la misma buena aceptación que el limón, pero salió de Europa al gran mundo transportada en los grandes barcos que partían hacia las colonias, pues se conocía que su ingesta combatía enfermedades como el escorbuto. Las vitaminas más abundantes son las del grupo C, tales como el ácido cítrico y otras con acción astringente, así como antioxidante. Su cultivo se encuentra ampliamente extendido en el sureste asiático, en la India, en el continente americano, especialmente las islas y costad del Mar Caribe, incluido México, también en Brasil, así como en Sudáfrica. Hoy en día es ya una especie frecuente en huertas del sur y levante español.


YUCA O MANDIOCA

La evidencia más antigua del cultivo de la mandioca proviene de datos arqueológicos que nos hablan de su cultivo en Guatemala hace 4000 años, uno de los primeros cultivos americanos. Recientes investigaciones demuestran que fue el complemento alimentario de los mayas, el que les permitió sostener poblaciones muy numerosas, sobre todo durante el periodo clásico, y muy particularmente en la región sur de Mesoamérica. Su raíz posee un alto contenido calórico. Con ella se prepara una harina muy nutritiva, en forma de torta redonda, parte importante de la dieta en las diversas poblaciones que viven en la región maya, y también en la cuenca del mar Caribe. Tal fue su importancia que se han encontrado vasijas y reliquias arqueológicas, dedicadas a este tubérculo, hasta en culturas más alejadas, como la Moche de Perú. La llegada de Cristóbal Colón en el siglo XV abrió las puertas del mundo a este alimento. De Europa saltó al África y Oriente. Actualmente la mandioca es una de las especies más consumidas. Aún hoy continúa siendo la base de la alimentación de más de 800 millones de personas; siendo el cuarto cultivo más importante en los países en vías de desarrollo y el séptimo de todo el mundo y proporcionando ingresos económicos a millones de personas.

CHIRIMOYA

La chirimoya tiene su origen en la cordillera de Los Andes, concretamente en lo que en la actualidad serían países como Perú y Ecuador, aunque algunos historiadores amplían la zona a Colombia y Chile. Los onquistadores españoles la denominaron “manjar blanco”, debido a su dulzura, aunque el nombre con el que se conoce en la actualidad proviene del quechua chirimuya o “semillas frías”. Su importancia llegó a ser tal que en tumbas peruanas de época prehistórica se han encontrado vestigios en forma de jarrones de terracota que recrean la silueta de una chirimoya. Tras el descubrimiento del Nuevo Mundo, los españoles la llevaron hasta las mesas de Europa, África y Oriente. En la actualidad España es su primer productor mundial, con casi 3.300 hectáreas cultivadas en el sur de la Península Ibérica (Granada y Málaga), que producen cerca de 30.000 toneladas anuales destinadas al mercado nacional.

ÑAME

Ñame (del fulani, nyami, comer) es el nombre que reciben loe tubérculos comestibles del género Dioscorea, un arbusto trepador oriundo de las zonas cálidas y húmedas, que se cultiva desde hace miles de años en África, en Asia del Sur y en las islas del Pacifico. Se prepara de maneras muy variadas, asado, al horno, frito, en puré, sopas y potajes, ahumado o como postre. Es el alimento principal de algunos pueblos, como los Igbo de Nigeria. Su principal producción se da en África del Oeste. Los tubérculos se pueden almacenar durante más de seis meses sin refrigeración, lo que les hace muy valiosos para poblaciones rurales sin recursos. En la actualidad EE.UU es uno de los principales compradores del mundo y Colombia uno de sus mayores productores. En España se produce principalmente en las islas Canarias, pero casi para abastecer una demanda local que lo considera insustituible, acompañando al pescado, en momentos tales como Carnaval y Cuaresma.