Texto: José Antonio Rodríguez Esteban

Boletín 64 – Sociedad Geográfica Española

La primera vuelta al mundo

Como señala el profesor Robert Harry van Gent en su web “A History of the International Date Line” (2017), existen referencias tempranas a lo que se conoce como paradoja del circunnavegador. Siguiendo a geógrafos y astrónomos anteriores, el monje Johannes de Sacrobosco (1195-1256) y el geógrafo e historiador Ismael Abulfeda (1273-1331) describieron cómo un viajero, dependiendo de la dirección del viaje, perdería o ganaría un día al completar su circunnavegación. Pero fue en la crónica del viaje de Magallanes/Elcano, escrita por Antonio Pigafetta, donde se constata por primera vez (entre otros documentos generados por el viaje) la paradoja, tras advertir que a su llegada había perdido un día. En su recalada en la isla de Santiago, en Cabo Verde, el 9 de julio de 1522, el cronista señala: “Para ver si nuestros diarios eran exactos, preguntamos en tierra qué día era de la semana, y nos respondieron que jueves, lo cual nos sorprendió, porque según nuestros diarios estábamos en miércoles. No podíamos persuadirnos de que nos habíamos equivocado en un día, y yo menos que ninguno, porque sin interrupción y con mucho cuidado marqué en mi diario los días de la semana y la data del mes. Supimos pronto que no era erróneo nuestro cálculo, pues habiendo navegado siempre al Oeste, siguiendo el curso del Sol, al volver al mismo sitio teníamos que ganar veinticuatro horas sobre los que estuvieron quietos en su lugar; basta con reflexionar para convencerse” (versión de Federico Ruiz Morcuende, 1922).

Meridiano de Greenwich

Era la primera vez que la paradoja del circunnavegador quedaba demostrada, lo que no dejó de causar asombro en algunas cortes, y aunque sus consecuencias prácticas, frente a otros condicionantes, parecían inapreciables en un primer momento, ya José de Acosta, en su Historia natural y moral de las Indias (1590), señaló los problemas que esta circunstancia ocasionaba en los viajes entre ciudades asiáticas próximas como Manila (España) y Macao (Portugal), que explica porqué haciendo el recorrido para llegar a ellas cada nación en sentidos opuestos, pierden o ganan doce horas, lo que termina produciendo el desfase de un día entre ambas, como recuerda le acaeció al Padre Alonso Sánchez, que yendo desde las Filipinas llegó a Macao el dos de mayo, según su cuenta, y queriendo rezar a San Atanasio, halló que se celebraba la fiesta de La Invención de la Cruz, porque contaban allí el tres de mayo.

El fin del Galeón de Manila en 1815, llevó a las autoridades españolas a subsanar este desfase por orden del recién nombrado gobernador de Filipinas, Narciso Clavería, lo que se hizo en el tránsito de 1844 a 1845 (del 30 de diciembre se pasó al 1 de enero), quedando así unida Filipinas al ajuste de cuentas del día asiático.

Van Gent, recuerda cómo Allan Poe hizo uso de estos desfases del calendario en “La semana de los tres domingos” (1841), Francis Bret Harte en su poema “El galeón perdido” (1867), y Jules Verne en su más conocida historia de aventuras “La vuelta al mundo en 80 días” (1873).

El incremento de la navegación, propiciada por los barcos de vapor, y el incremento de las líneas de ferrocarril que recorrían largas distancias y diversos países, necesitaban, en el último cuarto del siglo XIX, reglamentar el creciente proceso comercial internacional sobre el sistema de husos horarios, de pesas y medidas, y de un meridiano único. El inicio de los congresos internacionales de Geografía (1871), organizados por un número creciente de Sociedades Geográficas, apoyó en 1884 la celebración de la Conferencia Internacional del Meridiano, en Washington DC. Participaron veinticinco países, entre ellos España, que llevaba la propuesta de hacer del meridiano de la punta de Orchilla, en la isla canaria del Hierro (utilizado desde Ptolomeo en el siglo II), el origen internacional de las longitudes. La conferencia, considerando la importancia de la cartografía británica, terminaría adoptando al meridiano de Greenwich (Londres). Compensando la propuesta de Francia, que proponía el meridiano de París, con la adopción de el “kilo” y el “metro” como sistema internacional de pesas y medidas, en atención a su prestigio internacional. La adopción del meridiano de Greenwich fue paulatina (España lo utilizó en la cartografía del IGN hasta 1970), y conllevó la adopción de una línea de cambio de fecha (ideada en 1879 por sir Sandford Fleming) en el antimeridiano 180º que, además, discurre en casi todo su desarrollo por el océano Pacífico. Esta línea imaginaria, que ha sido redibujaba en varias ocasiones (1900, 1910 y 1921), es la referencia para que, al ser atravesada, se cambie de fecha (se añada o se suprima un día de la semana) en función del sentido del viaje.

————-

Lecturas recomendadas: Charles W. J. Withers (2017), Zero Degrees. Geographies of the Prime Meridian, Harvard University Press. Primera sesión de la Meridian Conference

Imagen actual del primer meridiano, en Greenwich, en Londres, adoptado a partir de la Conferencia Internacional del Meridiano, en Washington D.C.