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PARA SABER MÁS

ÁRTICO

QUÉ NOS DICEN LOS GLACIARES

El calentamiento global del planeta desde hace, aproximadamente, siglo y medio ha dejado de ser un efecto de la variación natural. Se ha acelerado como resultado de la acción humana.

¿Qué ocurrió hace siglo y medio?, ¿qué ha seguido sucediendo desde entonces?

La respuesta a las dos preguntas anteriores la tiene el hombre como responsable. Desde el inicio de la era industrial, el consumo de carbón, y otros combustibles fósiles como el petróleo, generan nuevas fuentes de producción de CO2. Este nuevo aporte de CO2 es antrópico, es decir generado por el hombre, y su evolución es cuando menos alarmante, pues aumenta con la población -que es exponencialmente creciente- y con el nivel de vida. La llamamos sociedad de bienestar y es también creciente. De continuar así, la temperatura del planeta aumentará, se fundirá mayor masa glaciar y el mar se llenará cada vez más, pudiendo alcanzar 70 metros sobre el nivel actual si toda la masa glaciar desapareciera.

Boletín 59
Enero – Abril de 2018

Texto: Adolfo Eraso y Mª del Carmen Domínguez
Fotos: GLACKMA

EN LA TIERRA DE LOS INUIT 

Los inuit son uno de los pueblos que se conoce más por su nombre que por su realidad cultural. Algunos grupos tribales que conforman esta etnia viven en un medio que nada tiene que ver con la idea estereotipada de una existencia en una tierra estéril, helada y dura.

Uno de los elementos contaminantes medioambientales más importantes en las regiones polares lo constituyen aquellos productos químicos tóxicos producidos y utilizados en áreas más meridionales, que viajan por el aire, y que afectan en primer lugar a los animales, y consecuentemente a las personas. De hecho, los niveles de productos químicos tóxicos y pesticidas en la sangre más elevados conocidos se dan entre la población inuit, y sus niveles de mercurio se encuentran dentro del margen que asociamos con la intoxicación aguda. Además, los niveles de PCBs tóxicos (policloruro de bifenilo), presentes en la leche materna de las mujeres inuit, se dan en unos márgenes suficientemente elevados como para calificar la leche materna de residuo peligroso.

Boletín 59
Enero – Abril de 2018

Texto: Francesc Bailón Trueba
Fotos: Archivo personal del autor

SVALBARD. LA VIDA A 1.100 KM DEL POLO NORTE 

Como el resto del planeta, Svalbard se enfrenta a numerosos desafíos ambientales y sociales. Las condiciones extremas, fruto de su localización tan septentrional, hacen que su vulnerabilidad sea aún mayor. Así, los efectos del calentamiento global están amplificados en la región ártica, mucho más que en las latitudes templadas.

Svalbard parece mostrar una sensibilidad climática única: en los últimos 100 años la temperatura media ha subido seis grados centígrados, cuatro en las tres últimas décadas. Las consecuencias de este incremento térmico se hacen evidentes en la menor duración de la cobertera nival, el incremento de días de lluvia, la degradación del permafrost, el retroceso de los glaciares (en una investigación del autor -junto con colegas de la UAM y la Universidad de Oslo-, se estimó en más de un 13% la pérdida de superficie glaciar para todo el archipiélago en los últimos 100 años) y cambios en el hábitat de especies singulares como la morsa y el oso polar. El incremento del turismo en las últimas décadas supone también una importante amenaza en este ecosistema tan frágil. El número de pernoctaciones en hoteles ha pasado de cuarenta mil en 1997, a más de cientotreinta mil en 2015. La llegada masiva de cruceros también ha aumentado geométricamente: de quince mil pasajeros en 1997, a más de cuarenta mil en 2015. Esta gran afluencia –concentrada en Longyearbyen y sus alrededores-, supone una carga muy elevada para el delicado equilibrio de Spitsbergen: la demanda de energía, recursos, producción de desechos, contaminación, el tránsito continuo por zonas que antes quedaban inaccesibles y un largo etc., suponen impactos muy preocupantes para este ecosistema ártico.

No existe en el mundo un lugar como Svalbard que permita al viajero acercarse tanto al Polo Norte, y adentrarse de lleno en el mundo ártico de una forma tan accesible, cómoda y segura. Pero además, supone una oportunidad única para conocer de primera mano la vulnerabilidad del Ártico ante las amenazas que ya le acechan. Para que el visitante se conciencie y reflexione sobre la necesidad de seguir protegiendo, no solo este conjunto de islas, sino el resto del Ártico también. Seguramente uno de los territorios más bellos y salvajes del planeta, y el que a ciencia cierta más rápido está cambiando de todos.

Boletín 59
Enero – Abril de 2018

Texto: Raúl Martín Moreno
Fotos: Enrique Serrano

PARA SABER MÁS

 OCÉANOS

TENEMOS QUE SALVAR LOS OCÉANOS

El oceanógrafo y explorer de la National Geographical Society, Enric Sala, nos cuenta cómo y por qué ha dedicado su vida a proteger la vida marina y a salvar los océanos.

Yo era profesor en la Scripps Institution of Oceanography en California (uno de los centros más antiguos e importantes del mundo dedicado a la investigación sobre la tierra y los océanos), y me dedicaba a estudiar el impacto del hombre sobre el océano: sobrepesca, contaminación y calentamiento global. Al haber nacido muy tarde para ganarme un sitio en el Calypso, la vida me llevó al mundo académico, donde seguí desarrollando mi pasión por explorar el océano. Sin embargo, el entusiasmo inicial por entender el mundo a través de la ciencia se convirtió en frustración al ver que los lugares que tanto amaba iban perdiendo vida año tras año.

Estaba escribiendo la esquela de los océanos cada vez con mayor precisión. Era algo no solo frustrante sino rayano en la depresión. Me sentía como un médico que le cuenta a su paciente cómo va a morir, exponiéndole hasta los más mínimos detalles pero sin prescribirle un tratamiento. Era demasiado. Decidí entonces dedicar el resto de mi vida a ayudar a los océanos a recuperar su antigua salud y riqueza. Pero ¿qué era un océano rico? ¿Quedaba algún océano sano?

Boletín 49
Noviembre de 2014

Texto: Enric Sala
Fotos: National Geographic

9 CLAVES PARA COMPRENDER LOS OCÉANOS 

Los océanos esconden una enorme biodiversidad y cada año se suman al catálogo de especies miles de descubrimientos. Sólo en 2011 se descubrieron casi 18.000 especies nuevas en todo el mundo: tiburones, tortugas, babosas de mar multicolores… Algunos de estos hallazgos tienen lugar de forma sorprendente, como el tiburón linterna (Etmopterus joungi) que se descubrió en un puesto de pescado de Taiwan. Hay muchos lugares en los que todavía queda mucho por explorar, como las Filipinas, donde hay más especies por kilómetro cuadrado que en todo el Mediterráneo.

Sin embargo, es un hecho incuestionable que nuestros océanos están en peligro y solo nos acordamos de ello cuando aparecen en los medios de comunicación reportajes que nos alertan sobre la falta de oxígeno, el cambio climático, la disminución de los corales, la mala gestión de los recursos naturales, los residuos plásticos….

Sobre la pérdida de biodiversidad, el zoólogo y explorador oceanográfico francés Philippe Bouchet asegura que los océanos se enfrentan a los llamados “cuatro jinetes del Apocalipsis”: la división y la desaparición de los hábitats, las especies invasivas, las extracciones excesivas y el encadenamientos de extinciones.

Boletín 49
Noviembre de 2014

Texto: Jorge Latorre

PARA SABER MÁS

GUARDIANES DE LA BIODIVERSIDAD

INDIOS AISLADOS. EL RESPETO A LA DIFERENCIA 

Sydney Possuelo es uno de los más importantes indigenistas del mundo. Fue presidente de FUNAI entre 1991 y 1993 y creó el Sistema de Protección de los Indios Aislados de Brasil, cuya política innovadora garantizó a los pueblos indígenas aislados el derecho a permanecer en dicha condición. Sydney Possuelo recibió el Premio Internacional de la Sociedad Geográfica Española en 2003. Este texto que aquí reproducimos del libro “Los guardianes de la Biodiversidad” (Lunwerg Ed. 2009), resume su forma de ver el tema de los indios aislados, tras más de cuarenta años de experiencia en las selvas brasileñas.

Pienso que las grandes soledades del planeta, como los desiertos, los vastos glaciares, las estepas los mares y las selvas, pueden suscitar al corazón del hombre la grandeza de amores o la locura de odios, que, de manera incontrolable, es imposible la indiferencia: o se dejan y no se vuelve nunca más, o se enamora uno y nunca más se dejan. En este paisaje de valores imponderables, ¿Quién tiene la razón? ¿Quién se equivoca? ¿Quién es el héroe y quién el bandido?

Boletín 37
Diciembre de 2010

Texto: Sydney Possuelo
Imágenes: Sydney Possuelo

LA GRAN FARMACIA DE LA SELVA

Los pueblos indígenas guardan como parte de su patrimonio cultural el dominio casi absoluto sobre la naturaleza que les rodea, custodiando desde hace milenios la biodiversidad del planeta. La selva amazónica es la mayor farmacia del mundo pero sus recursos son uno de los tesoros más codiciados por el resto del mundo. La  biopiratería se ha convertido en una de las grandes amenazas para la supervivencia de muchos de estos pueblos indígenas y sobre todo, de sus culturas ancestrales.

El primer caso de biopiratería en la Amazonía (y probablemente de la Historia) se remonta a 1876, cuando los ingleses Robert Markham y Henry Wickman consiguieron sacar de Brasil 70.000 semillas del árbol que llora, el caucho -heveas brasiliensis en su denominación científica-, para plantarlas en el Jardín Botánico Real de Kew, en Londres, desde donde fueron despachadas a Malasia, África y Batavia, en la Indonesia holandesa. En 1910 se recolectaron en este país los primeros litros de látex que supusieron el principio del fin al monopolio generado por el imperio del caucho levantado en torno a ciudades como Manaus. Las plantaciones de caucho que los ingleses instalaron en Asia resultaron mucho más eficientes en cuanto a la producción, comparadas con las de Brasil, al estar bien organizadas y preparadas para la producción a una escala comercial. En este caso, Wickman y su compañero fueron premiados con el título de “Sir” en la corte británica y fueron recibidos como “héroes” a pesar de haber violado las leyes brasileñas de la época que prohibían, bajo pena de muerte, la salida de su más preciado tesoro. Afortunadamente, la perspectiva del tiempo ha hecho justicia colocando a estos dos ingleses como los primeros “biopiratas” de la Historia.

Boletín 37
Diciembre de 2010

Texto: Juan Carlos de la Cal
Fotos: Varios

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