Debo disculparme por no haberme comunicado con vosotros desde hace unos cuantos dias. La razón es que han surgido situaciones totalmente imprevistas que aconsejaron mantener cierta discreción mientras se aclaraban los distintos aspectos del problema, que es verdaderamente muy grave, como comprobareis a continuación.

Como sabeis viajé a Cusco el 17 de septiembre para organizar una nueva expedición a Hatun Vilcabamba junto con el arqueólogo Franklin Camala Lizaraso, gerente de la empresa Cinare, y repetir la prospección con el dron equipado con tecnología Lidar. Pero esta vez se trataba de hacer volar el dron desde el mismo corazón de Hatun Vilcabamba, para evitar los problemas tecnicos que surgieron al hacerlo a cierta distancia.

Wilber Bolivar había propuesto aplazar la nueva prospección para el año que viene. Pero yo insistí en la necesidad de repetirla cuanto antes. Y acordé con Franklin un cronograma para la expedición que saldría desde Pampaconas el día 21, para avanzar en dos días con caballos y mulas hasta Patibamba. Desde allí avanzaríamos a pie con machetes durante dos días recuperando una ruta a través de la selva que abrimos hace ya doce años, la cual nos permitiría llegar hasta el núcleo de Hatun Vilcabamba en dos días, o como mucho tres si encontráramos la vegetación muy cerrada.

Tras la realización del vuelo regresaríamos a Pampaconas el día 28 completando ocho dias de expedición en campo.

Contábamos de nuevo con el apoyo de la Municipalidad Distrital de Vilcabamba, la cual nos ofreció transporte en un todo terreno y un generador de electricidad. .

Ya había coordinado los contactos para contar con porteadores, arrieros, caballos y mulas. El domingo 18 de septiembre me reuní en Cusco con Wilber y Franklin para los últimos detalles; pero ambos conjuntamente me exigieron un cambio de plan. Pretendían que yo me pusiera en marcha primero para abrir camino, de modo que ellos saldrían cuatro dias más tarde, lo que les permitiría llegar a Hatun Vilcabamba más rápido con el fin de realizar la expedición con solo seis días de campo.

Eso supondría crear dos equipos, con el consiguiente aumento de costes, y añadir problemas de coordinación entre los dos equipos, insalvables en una zona donde no llega la señal telefónica y en la que pueden ocurrir muchas circunstancias imprevistas.

Me negué a aceptar su propuesta y les recordé que desde España había acordado con Franklin una expedición de ocho días para la cual había viajado yo a Perú. Wilber había permanecido incomunicado durante semanas y su participación no era necesaria; pese a lo cual él dijo que si yo no aceptaba su propuesta retiraría su firma del permiso concedido para la expedición y no se podría hacer una nueva prospección. Tras lo cual se marchó.

Pensé que era una amenaza vana, continué reunido con Franklin mostrándole los datos en GPS de la ruta; y al día siguiente me dispuse a viajar hacia Quillabamba para hacer acopio de alimentos, subir después a Huancacalle para completar preparativos y esperar allí a Franklin.

Estaba en la terminal de autobuses de la empresa Kintu con el equipaje ya facturado para viajar a Quillabamba cuando Franklin me dijo por teléfono que él no iba a viajar, porque Wilber había anulado el permiso.

Ruta prevista para la expedición en septiembre.

Suspendí mi viaje, consulté con una abogada y me dijo que el permiso concedido era irrenunciable, con lo cual me estaban mintiendo los dos. De modo que preparé la convocatoria de un acto de Conciliación Prejudicial como paso previo a una demanda contra ambos.

Investigué sobre la empresa Cinare y comprobé que se había constituido en 2019 con Franklin como gerente, pero el domicilio social estaba en la casa de Wilber Bolívar; de modo que ambos son socios y estaban actuando coordinadamente con sus papeles y discursos repartidos.

Ante la acumulación de mentiras quise saber qué había pasado realmente en el segundo viaje. El viernes 23 de agosto viajé de nuevo a Vilcabamba, contraté un coche y el sábado subí a Pampaconas para hablar con los porteadores que habían acompañado a Franklin.

Estaban de viaje en la montaña y tuve que esperar hasta el lunes 26 para hablar con Rony Huamán, quién me confirmó que en el segundo viaje Franklin avanzaron tres días y se perdieron en la selva. Franklin no consiguió hacer volar el dron porque el arbolado lo impidió. Por falta de previsión les faltaron alimentos; y en vez de seguir su camino hasta Hatun Vilcabamba, que era el sitio acordado para el vuelo, regresaron precipitadamente.

Viajé a Cusco inmediatamente y preparamos la Conciliación Prejudicial para el día 28.

No compareció ninguno de los dos y en ese mismo acto quedaron convocados de nuevo para el viernes día 7 de octubre en un documento en el que les reclamo:

  1. La devolución del dinero ya pagado a Cinare. En el documento proforma que sirvió como contrato habíamos acordado el pago de 19.000 soles en total al término del trabajo (con un tipo de cambio actual de 3.9 soles por euro). De los cuales aboné hasta el momento 13.500 soles.
  2. La entrega de toda la información recogida en los cuatro vuelos realizados con el dron con sistema Lidar los días 3 y 4 de julio; y dos vuelos realizados esos mismos dias con un dron más pequeño con cámara de video.
  3. El compromiso de no utilización de la información reservada sobre Hatun Vilcabamba, fruto de mis investigaciones, que les entregué para preparar esta investigación.

Tras la próxima conciliación prejudicial, en caso de desacuerdo o de que ellos no comparezcan, con abogada que me representa tengo previsto presentar contra ambos una denuncia penal por estafa e intento de apropiación de propiedad intelectual.

Perú ha incorporado a su legislación los acuerdos internacionales sobre propiedad internacional derivados del Convenio de Berna, entre los cuales se incluyen además de los derechos materiales, los derechos morales del autor intelectual entre los que se incluye expresamente el derecho de paternidad.

Aunque por el momento he mantenido discreción sobre estas acciones, ya he recibido algunas importantes muestras de apoyo. Entre ellos de la Directora Regional del Ministerio de Cultura, arqueóloga de profesión, quien se declaró avergonzada por la actuación de ambos personajes. Sentimiento compartido por otros arqueólogos cusqueños y algunos estudiantes de arqueología escandalizados por el comportamiento tan poco ejemplar de los dos personajes.

Desde la Municipalidad Distrital de Vilcabamba me han manifestado su solidaridad e incluso su disposición a personarse como parte afectada en la demanda que yo presentaré contra Wilber y Franklin.

Franklin, un poco asustado, me pidió una reunión para negociar un posible acuerdo y me ofreció la devolución del dinero que ya les pagué. Yo le pedí que antes me entregaran toda la información que habían recogido hasta el momento y él me dijo que la había borrado. Como le anuncié una denuncia ante el juzgado, me aseguró que iba a intentar recuperarla con informáticos de la universidad. Con lo que me demostró nuevamente su cara dura y su disposición a la mentira.

CINARE ha seguido negándose hasta ahora a entregarme el material y los datos obtenidos en estas expediciones. Argumentan que son inservibles. Pero yo sé que registraron 9 GB de información con el dron equipado con sistema lidar, asdemás de las imágenes filmadas en video con el otro dron.

El resumen de la situación es que estamos convencidos de que sí consiguieron registrar datos importantes de Hatun Vilcabamba y pretendían utilizarlos a mis espaldas. Con lo cual se demuestra de nuevo que los bichos más peligrosos no están en la selva. Pero esta vez no van a salirse son la suya.

Os mantendré informados de los próximos acontecimientos de esta lamentable y turbia historieta.