Por Luisa Martín-Merás

 

Bibliografía: Boletín SGE Nº74 – El río Misisipi y la Luisiana española

El libro de viajes alcanzó un período de esplendor a mediados del siglo XVIII hasta mitad del siglo siguiente. El contexto cultural de la Ilustración hizo posible este desarrollo al introducir nuevas consideraciones sobre los viajes. A lo largo del siglo, viajar se convirtió en una experiencia crucial en la educación de las clases acomodadas, y un bagaje cultural difícilmente sustituible. España no formaba parte del gran tour que realizaban los viajeros europeos en el siglo XVIII, pero el atraso y exotismo del país ofrecía un plus de interés para algunos de ellos, motivo suficiente para desviarse y recalar en él. Fue el caso del escritor Richard Wright.

La práctica de anotar las experiencias viajeras traspasó la barrera del siglo, y tuvo unas características bastante distintas. Una marcada preocupación estética, y la atención por las sensaciones y los sentimientos, se había sumado a este tipo de literatura. En el siglo XIX los viajes por España estaban protagonizados por apasionados y numerosos viajeros románticos. Una segunda oleada de viajes se produjo en el siglo XX, y fue liderada por los corresponsales de guerra que, a partir de la guerra civil española y con otras premisas, renovaron el interés por España y los españoles, interés que continuó durante la larga posguerra franquista. España pagana, del escritor afronorteamericano Richard Wright, es un libro de viajes atípico que no se detiene mucho en describir paisajes y monumentos, ni la flora y la fauna del país visitado, sino lo hace en el modo de vida de sus habitantes, y sobre todo en las costumbres sociales, políticas y religiosas de España, y a contrastarlas con las suyas. El libro también es atípico dentro de su producción literaria.

UN NORTEAMERICANO CON IDEAS RADICALES

Este prolífico escritor norteamericano nació en Natchez, estado de Misisipi, en 1908. Afiliado durante un tiempo al partido comunista, e integrante de la famosa lista negra del senador Joseph McCarthy, sus libros Native son, 1940, y Black Boy, 1944 le proporcionaron fama y reconocimiento. En 1947, harto de las actitudes racistas que sufría en Nueva York, Wright se estableció en París con su familia, donde murió en 1960. Siguiendo el consejo de Gertrude Stein (Así verás cómo se ha creado el mundo occidental), decidió conocer España y relatar sus impresiones. Sus observaciones sobre el país tuvieron lugar durante tres cortos viajes que suman cuatro meses: desde agosto hasta septiembre de 1954, seguido de otro desde noviembre hasta diciembre del mismo año, y, el último, desde febrero hasta abril de 1955. El manuscrito final, publicado en 1957, está sensiblemente recortado respecto al original que Wright entregó al editor. Constaba de más de quinientas páginas frente a las 256 de la edición que manejamos. Estos recortes, que incluían sus viajes a Córdoba y su visión de las Fallas de Valencia, una visita al Museo del Prado y una corta entrevista con Pio Baroja, afectaron al texto final, que aparece descompensado y mal organizado. Se mantuvieron los viajes y entrevistas en Barcelona, Guadalajara, Granada, Madrid, Toledo, Zaragoza y Sevilla.

SU ENCUENTRO CON UNA ESPAÑA ADOCTRINADA POR LA FALANGE

El escritor, al volante de su coche, entra en España por la frontera de Le Perthus, dirigiéndose a Barcelona, que le parece cosmopolita y moderna, pero donde encuentra rebaños de corderos paseando por las Ramblas. Allí se propone tomar el pulso a la ciudad y observar los variados aspectos de la vida española. A pesar de no saber español, lo sorprendente para esos años es que siempre encuentra personas que chapurrean el francés o el inglés a los que preguntar y recoger sus opiniones.

De la mano de estos informantes encuentra pensión, visita la catedral, un burdel, conoce a una típica familia barcelonesa que le acompaña a ver una corrida de toros y conoce Montserrat. Una chica en la pensión le explica que para obtener el pasaporte y trabajar en el extranjero, las mujeres solteras necesitan el certificado de formación del espíritu nacional de la Sección Femenina de la Falange, y le regala su manual o “libro verde” que debe estudiar para obtenerlo. A partir de entonces Wright lee cada noche un capítulo de ese catecismo político para las masas, donde se muestra a las claras el adoctrinamiento fascista que se pretendía inculcar a la juventud. De él asegura: No he encontrado una sola idea práctica en el catecismo de la Falange.

La cartilla, organizada en preguntas y respuestas cortas, le sirve de vademécum durante el viaje, pues reproduce cada una de sus lecciones, y es consultada por el autor todas las noches al volver a su pensión. Este recurso me parece muy interesante y clarificador, tanto para el lector americano, que había sufrido una guerra contra el nazismo, como para el español que padeció aquella aberrante doctrina. Considera que “si España es un estado policial, su característica es la ineficacia. Así después que revisaron y sellaron mi pasaporte, nadie volvió a pedírmelo, a pesar de estar todas las carreteras y puentes vigilados por soldados y la ciudad infestada de ellos.” Sin embargo, hace uso de él cuando quiere mostrar su nacionalidad en dos incidentes que tuvo con la policía en Barcelona y Guadalajara, ya que considera que ser americano y no francés o inglés, estaba bien visto en España.

MADRID, GRANADA Y SEVILLA

Una vez en Madrid donde vive “el burguesismo arrogante y contenido”, considera que “no es una ciudad sino un conglomerado de oficinas del Ejército, la Iglesia, el Estado y la Falange. Había sido concebida como capital simplemente porque estaba en el centro de España”.

A continuación, viaja en tren a Granada, y allí se aloja en el parador de turismo que encuentra encantador. Sin embargo, la visita a la Alhambra y a los jardines del Generalife le parecen “derruidos monumentos moros” y no le merecen más que una serie de superficiales pensamientos históricos-psicológicos. La visita a los gitanos del Sacromonte le da pie para elucubrar sobre las razas, las mujeres y el sexo.

Tras un corto viaje a Tánger y Algeciras, viaja a Sevilla, donde un limpiabotas le aconseja una pensión regentada por una madre e hija que resulta ser una casa de citas. También contacta con un proxeneta que le muestra su provechoso negocio consistente en el tráfico de mujeres a los prostíbulos de África.

SU TERCER VIAJE: DE SEVILLA A AZPEITIA Y MADRID

Su tercer viaje tuvo lugar en la primavera de 1955, motivado probablemente por su interés en contemplar la Semana Santa de Sevilla, y para confirmar las teorías sociales y psicológicas que había construido en sus dos anteriores viajes. Nada más pasar la frontera escribe: “tan pronto volví a cruzar la frontera franco española, esta vez por Hendaya, observé y sentí un brusco descenso de la calidad material y psicológica de la vida.”

Su primera parada fue en Azpeitia para visitar el santuario de San Ignacio de Loyola, donde “los activos y concienzudos jesuitas habían creado un monumento religioso que era una autentica joya”. La observación de la clausura y la conversación con un fraile le provocan pensamientos negativos sobre la religión católica.

Su segunda estancia en Madrid la dedica a entrevistarse con intelectuales españoles, una vez que está ya familiarizado con los aspectos de la realidad del país, a los que no identifica por sus nombres. A un periodista le pregunta su opinión sobre los españoles y el nacionalismo, la guerra y Franco; un industrial, que ocupa un alto cargo en una empresa farmacéutica, le explica todos los aspectos negativos de un país pobre y atrasado; un joven arquitecto norteamericano, que construía las bases americanas en España, afirma que la ayuda americana conseguiría cambiar al país; un médico joven, muy preparado científicamente, creía firmemente en los milagros de Santa Teresa. Una señora americana le informa sobre la presencia del sexo en todas las facetas de la vida española. Una de las principales figuras del mundo marítimo español conversa sobre la raza. También escucha las opiniones de un profesor de derecho sobre Franco, el adoctrinamiento político de los niños, los presos, los comunistas y la Falange.

TOLEDO Y EL GRECO

A continuación, sale de Madrid para visitar Toledo y los pueblos de la Mancha, como Ocaña, Madridejos, Puerto Lápice, Manzanares y Valdepeñas, donde contrapone la religiosidad española, sus feas iglesias y sus cristos sangrantes, con el Toledo y el Greco le impresionan positivamente y piensa que toda la ciudad “era un vasto museo que reflejaba el pasado de España”. El despliegue de heroísmo teatral del Alcázar, y el retrato del general Moscardó comparados con el cuadro del El entierro del conde de Orgaz le da ocasión para hacer una de sus elucubraciones sobre el anhelo humano de inmortalidad. Desde Madrid hace un pequeño viaje a Zaragoza para visitar a la Virgen del Pilar que le pareció “una muñeca por su tamaño y apariencia”. Su viaje por España se cierra abruptamente en Sevilla donde contempla “los ritos y ceremonias de una de las más poderosas religiones el mundo”.

UNA ESPAÑA SÓRDIDA Y ¿PAGANA?

El libro es una rara joya de la literatura y una escalofriante descripción de la sordidez de la España de los años cincuenta, vista con los ojos de un escritor ávido de denuncia. Está escrito en un estilo donde se mezcla el ágil reportaje documental sobre los tristes y desesperanzados españoles que va encontrando, con la subjetividad de las opiniones del autor, algunas veces confusas. Su visión francamente negativa del país está matizada por su apasionada y extensa defensa de las mujeres españolas “que son, sin duda, las que poseen la más eléctrica belleza entre todas las mujeres del mundo”, soportan la carga de su pobre nación y la estructuran.

A la vista de todo lo expuesto, etiquetar España pagana como un genuino libro de viaje puede parecer poco acertado, más bien estamos ante un libro apasionado de sociología político-religiosa, que los títulos de los capítulos en los que divide el libro confirman: La vida después de la muerte, Muerte y exaltación, El Cristo clandestino, Sexo, flamenco y prostitución, El universo del poder pagano. La dedicatoria del libro es también muy descriptiva: A Alva y Gunnar Myrdal que sugirieron este libro, y cuyos corazones compasivos han cavilado largamente sobre la degradación de la vida humana en España.

La conclusión de Wright y la explicación profunda del título de su obra es que existe en España un paganismo radical, que trasciende al catolicismo, y penetra en toda la vida española, lo que hace imposible la inserción de España en el ámbito occidental.

Pagan Spain fue editada en 1957 por Harper & Brothers, en Nueva York, y ha tenido varias ediciones en otras lenguas. El argumento del libro fue objeto en su tiempo de controversia, convirtiéndose en compañero de viaje para muchos estadounidenses y anglosajones que llegaron a España a finales de los años cincuenta del pasado siglo. El texto se reeditó una y otra vez, la última en 2008 por Harper Perennial, con motivo del centenario de nacimiento del autor. Sin embargo, el libro en España no se difundió por razones obvias. La primera edición en español es la argentina de La Pleyáde, en Buenos Aires, 1970, con traducción de Aníbal Leal, que es la aquí comentada. Hubo que esperar a 1989 para encontrar una segunda edición en español, y primera en España, por Orígenes, en Madrid, con traducción, introducción y notas de Salvador Guerra.