Crónica 2. Martes, 23 de Julio de 2019
Hoy ascenderemos directamente 2.000 metros de desnivel, desde el Refugio Polour (2.227 m) hasta el Refugio Bargah (4.250 m) en una larga jornada que nos acercará un poquito más hasta la cumbre del Damavand.

Después del palizón de ayer, esta noche hemos recuperado fuerzas y a las 6:30 ya estamos en pie. Organizamos todo el material para la jornada de ascensión, metiendo en los petates la mayoría del material, como la tienda, comida, saco de dormir, entre otras otras, y en la mochila de ataque llevamos lo estrictamente necesario para ascender. Dejaremos lo no necesario en el refugio de Polour. Los petates los subirán las mulas, mientras nosotros ascenderemos con las mochilas. El cielo amanece nublado, pero no nos impide divisar la imponente silueta del Damavand sobre nuestras cabezas. Será nuestro perenne compañero durante los próximos días.

Ambiente montañero

Al salir del refugio nos encontramos con varios montañeros y montañeras iraníes, que al igual que nosotros, pretenden subir a la cima del Damavand. El ambiente montañero se palpa  con intensidad. Apenas comemos algunas galletas, fruta y té o café y nos disponemos a comenzar la aventura. Coincidimos con 2 chicos iraníes que también quieren ir para arriba, y compartimos con ellos el jeep 4×4 que nos subirá por carretera y pista hasta los 3.000 metros. Nos subimos al jeep y comenzamos la ruta. Ascendemos por carretera rápidamente, siempre con el Damavand imponente vigilando nuestros movimientos y disfrutando de las preciosas vistas al volcán más alto de Asia y a la impresionante cordillera de montañas que se encuentra justo enfrente. Entre medias la increíble orogenia montañera ha abierto un profundo y abrupto valle que conforme ascendemos queda más abajo. Sobre los 2.600 metros abandonamos la carretera y nos adentramos en una pista que asciende en zig-zags por las laderas bajas del volcán. Vamos dando botes entre tanta piedra, pero disfrutando del entorno. Tras unos 45 minutos alcanzamos el llamado Campo 2, a 3.000 metros de altura. Es una llanura donde hay una pequeña tienda, una mezquita de cúpula y minarete dorados y es el lugar donde se contratan las mulas para subir el material al Campo 3, a 4.250 metros. El Damavand se encuentra justo enfrente, con su imponente cumbre a 2.571 metros sobre nuestras cabezas. Será el desnivel que ascenderemos en los próximos días para tratar de coronar su cumbre.

Tras el regateo oportuno, contratamos una mula para que nos suba los 2 petates de material que llevamos. Así, sobre las 9:00 iniciamos la ascensión de 1.250 metros hacia el refugio Bargah, mientras que tiempo después subirán las mulas, que nos adelantarán durante la subida. Con unas ganas enormes iniciamos nuestro encuentro con la montaña. Subimos a buen ritmo por un sendero bien marcado que discurre por las laderas bajas de la montaña. Atravesamos prados alpinos de un intenso color verde, que contrastan enormemente con el color marrón de las rocas y el blanco de los neveros que aún tiñen la parte alta de la montaña. Es una estampa idílica, aunque el cielo sigue nublado y a ratos chispea. Aún así, disfrutamos de la ruta y seguimos ascendiendo paso a paso sin realizar apenas paradas. Tras 2 horas de ascensión realizamos una parada a 3.600 metros para reponer fuerzas, cerca de un nevero que baja de la montaña. Allí, nos encontramos con un grupo grande de iraníes, y con los que pasamos un buen rato. Son gente muy amable y nos sentimos dichosos de estar en un lugar tan increíble compartiendo experiencias con ellos.

Retomamos la ascensión y poco a poco ganamos altura, dejando atrás los prados alpinos y adentrándonos en terreno volcánico, donde caminamos sobre los restos de coladas volcánicas que solidificaron hace millones de años. Seguimos a buen ritmo, cada uno inmerso en sus pensamientos, a ratos concentrado en la ascensión y a ratos hablando entre nosotros compartiendo mil y una anécdotas y experiencias. Así, sin darnos apenas cuenta alcanzamos tras 4 horas de ascensión los 4.250 metros del Campo 3.

En este lugar hay un gran refugio que domina el entorno, pero nosotros hemos decidido dormir en tienda, para disfrutar de una experiencia más “montañera”. Nada más llegar nos encontramos con los 2 petates que han subido las mulas y tras descansar un rato de todo el esfuerzo realizado buscamos un buen sitio para montar la tienda. Cerca del refugio, sobre una ladera rocosa, hay varios lugares para poner las tiendas, que están protegidos del viento por un pequeño muro de piedras y elegimos uno de ellos. Acercamos todo el material y con unas ganas enormes empezamos a montar la tienda, que será nuestro hogar en los próximos 3 días.

Montamos la tienda sin problema y sacamos todo el material de los petates para organizarnos en el campamento. Descansamos un rato dentro de la tienda, pues nos duele un poco la cabeza. Hemos subido unos 2.000 metros del tirón y el haber subido tanto desnivel en tan poco tiempo se nota. Es momento de comer algo, y nos preparamos una sopita caliente que sienta de maravilla, acompañada de un rico jamón serrano que nos hemos traído de casa.

Nos acercamos al refugio, apenas unos metros por encima de nuestra tienda. Es enorme, con un salón nada más entrar y una pequeña tienda a la derecha que hace las veces de recepción y cocina. En la parte de arriba una gran habitación acoge las literas donde duermen los montañeros. Aquí pasamos un rato hablando con varios montañeros iraníes, que son muy majos y se interesan mucho por nosotros y por España. Nos sorprende gratamente el ver muchas chicas montañeras, que en la montaña son un poco más “libres” y algunas no llevan el pañuelo sobre la cabeza o lo llevan pero apenas tapando su cabeza.

La visión del Damavand, justo encima de nosotros es espectacular, y ya divisamos la ruta por la que nos adentraremos en los próximos días. Las fuerzas y los ánimos están por todo lo alto. Volvemos a la tienda, donde nos preparamos para cenar con nuestro infernillo unos ravioli con carne, tomate y atún que devoramos con ansia.

Las últimas luces caen sobre la montaña y disfrutamos de un bello atardecer sobre la cordillera que tenemos enfrente. Es tiempo de irse a dormir y descansar.

Juan y Carlos, compartiendo una montaña llena de ilusiones.