Descripción de Constantinopla por los oficiales de Federico Gravina
Por María Luisa Martín-Merás
Bibliografía: Boletín 66 – La ciudad. Las ciudades
Dos viajes a Constantinopla muy próximos entre sí, el primero en 1784 y el segundo en1788, al mando respectivamente del brigadier de la Armada Gabriel Aristizábal y el capitán de navío Federico Gravina, nos permiten acercarnos, a través de las crónicas escritas por oficiales cultos e instruidos, a la visión del pensamiento ilustrado español sobre el mundo del imperio otomano, en aquellos años del Siglo de las Luces.
La “Descripción de Constantinopla escrita por los oficiales de la fragata Rosa, mandada por D. Federico Gravina, en que se restituyó el embajador turco a su país” fue presentada al rey en noviembre de 1788. Mientras que el viaje de Aristizábal fue publicado en 1790, la descripción de Constantinopla de Gravina ha permanecido inédita en la Biblioteca del Palacio Real hasta 2001, en que fue publicada por Ediciones Miraguano con una introducción de José M.ª Sánchez Molledo.
Federico Gravina y Nápoli, nacido en Palermo en 1756 de familia noble, ingresó en la Real Armada en 1775. De su fulgurante carrera naval destacamos sus destinos en el Mediterráneo. En 1783, mandando la fragata Juno participó en el bombardeo a Argel, formando parte de la escuadra de Barceló. En 1784 volvió a Argel al mando de una división, con el jabeque Catalán. Comandante de la fragata Santa Rosa, formó parte de la escuadra de evoluciones de Lángara, y en ella llevó en 1788 a Constantinopla al enviado de la Puerta Otomana. Continuó su exitosa carrera, siendo ascendido sucesivamente a brigadier, jefe de escuadra y teniente general. Declarada la guerra a Gran Bretaña, se hizo cargo de la escuadra de Cádiz que, en combinación con la francesa de Villeneuve, hizo la campaña de Martinica, Finisterre y Trafalgar, donde, a bordo del Príncipe de Asturias, recibió una herida en el codo izquierdo, de la que falleció en Cádiz el 9 de marzo de 1806.
EL CONTENIDO DE LA DESCRIPCIÓN DE CONSTANTINOPLA
Se divide esta descripción en seis capítulos. El primero describe la ciudad y sus monumentos, el Serrallo, o palacio del sultán, y las mezquitas reales, los bazares y caravasares. El segundo trata del Serrallo, las costumbres y usos de la corte otomana y el harem, de la vida en él y de la familia real: príncipe heredero, y resto de príncipes y princesas, extendiéndose en la vida de las sultanas del harem y su relación con los hijos y el sultán. El tercero, del gobierno del Imperio, sus fuerzas terrestres y navales y empleos oficiales. El cuarto es una extensa explicación de la vida de Mahoma, y de las costumbres religiosas y civiles de los turcos. El quinto, de las costumbres y carácter de los turcos, y del estado de la nación, incidiendo en las casas, comidas y las mujeres. El sexto hace un repaso de los habitantes no musulmanes de la ciudad, de los que forman parte los francos, que son todos los ciudadanos europeos en misión diplomática y que no pagan impuestos al gobierno, ubicados en el barrio de Pera. El resto de los no musulmanes son llamados rayás y no gozan de la protección de ninguna nación europea, ellos sí pagan impuestos y se dedican al comercio, como los armenios, griegos, judíos y los procedentes de Alepo.
Como militar se detiene en la situación militar del país y considera que: “su marina mercantil es ninguna y la de guerra es poco respetable. Sus tropas de tierra pudieran ser muy buenas…pero al mismo tiempo ya se ha dicho cuan faltos de disciplina están sus ejércitos, cuya más numerosa parte se compone de tropas levantadas para la ocasión y que ven el fuego por primera vez.”
En otro lugar añade: “durante los 31 días que allí hemos estado en medio de las inquietudes de una guerra que conmueve siempre más o menos a aquel pueblo fanático, no hemos sufrido el menor insulto.” Mención sutil a la guerra ruso turca que se inició en septiembre de ese mismo año, y que duró hasta 1792, interrumpiendo los viajes españoles a esa capital.
La descripción de Constantinopla repite los temas y muchos de los comentarios de la de Aristizábal, si bien el de Gravina es un relato más breve y sistematizado. Es también más neutro, parece la guía turística de unos oficiales que observan la ciudad y sus habitantes con la mirada de ilustrados europeos, como era gran parte de la oficialidad de la Marina en el último tercio del siglo XVIII.
UN ESTILO DIRECTO Y ESPONTÁNEO
La espontaneidad y las opiniones personales sobre la ciudad y sus habitantes están reservados al diario de navegación que no iba a ser público ni presentado al rey. Al pasar el canal de los Dardanelos se asombran de la magnífica vista y escriben en el diario: “se ven a cada paso casas, lugares y arboledas, las vueltas que da el canal y el ángulo que forma en el lado izquierdo de la torre no permiten ver ninguna pequeña parte de él, así parece unida la costa de Asia a la de Europa, cuyo lado también está lleno de casas y entre ellas una y un jardín, del Gran Señor, y toda la costa llena de árboles, todo lo que unido forma un conjunto, el más hermoso que puede verse, y que no tiene igual según la mayor parte de los viajeros afirman, y así a nosotros lo pareció cuando fondeamos…”
A partir de entonces van relatando las visitas diarias de una forma sencilla y directa. Pasean por Pera, por Aguas Dulces, comen con los embajadores, visitan Santa Sofía y los demás monumentos, el baile de los derviches, y detallan las personas con las que se relacionan, siempre en primera persona del plural y de una forma muy natural. Con estas visitas y las conversaciones con los diplomáticos, otros europeos, y los intérpretes que frecuentaron y de los que recibieron datos, además de los apuntes que les dio del Abate Arrieta en Malta, se formó la descripción.
SOBRE LA AUTÉNTICA AUTORÍA DE AMBAS DESCRIPCIONES
Llegados a este punto hay que hacer una anotación sobre la verdadera autoría de las dos descripciones de Constantinopla que hemos comentado. Creemos que la redacción no se le puede atribuir ni a Aristizábal ni a Gravina, ya que en la Marina era impensable que un jefe de escuadra, con funciones de embajador profusas y complicadas en una corte tan ceremoniosa y extravagante como la turca, se dedicase los 43 días de su estancia a recoger noticias y a escribir tan prolija descripción durante el viaje. Lo mismo ocurre respecto a Gravina que, aunque sin las presiones de una misión diplomática, dice claramente que fue escrito por los oficiales de la fragata en el viaje de regreso. Creemos que este encargo debió recaer en algún oficial de la expedición con especiales cualidades y cultura para este trabajo. Como ambas fueron presentadas al rey por sus comandantes pocos días después de desembarcar, descartamos que fueran redactadas en España. Repasando los oficiales de las tripulaciones, encontramos que Cayetano Valdés, entonces teniente de navío, iba embarcado en el Triunfante, con el empleo de ayudante del comandante general. Además, Cayetano Valdés fue el único, entre los oficiales que componían la escuadra, que recibió un ascenso por méritos, junto con los comandantes que mandaban las cuatro naves. También Cayetano Valdés, ya teniente de fragata, estaba destinado en la fragata Santa Rosa con Gravina. En el diario de navegación se menciona que el comandante le envió a entregar una carta de la Corte al embajador Juan Bouligny.
UNA VISIÓN ILUSTRADA Y CULTA
Las noticias de Turquía de Aristizábal están escritas en tercera persona, y con muchos datos históricos y citas clásicas, aunque los temas y las descripciones son muy parecidos en las dos. Sorprende a algún autor que no se den detalles de la presentación de Aristizábal ante el sultán, lo que confirmaría la suposición de que el autor no estuvo en ella y desconocía los detalles. El diario de Gravina a su vez está escrito en primera persona del plural, como trabajo colectivo, y debió basarse en el relato del Aristizábal que Valdés también escribió.
La biografía de Cayetano Valdés y Flores, Sevilla (1767-1835) nos muestra un marino culto e ilustrado, dedicado a las ciencias, que participó en las expediciones ilustradas que la Marina organizó a finales del siglo XVIII. Estuvo como Gravina en el bombardeo de Argel en 1781. Viajó a Constantinopla con Aristizábal en 1784 y con Gravina en 1788. Entre ambos viajes fue destinado al levantamiento de las costas de España con Vicente Tofiño. En 1789 se embarcó en la corbeta Descubierta en la expedición Malaspina. En 1792 participó con las goletas Sutil y Mexicana en la exploración de los canales de Nutka, al mando de Alcalá Galiano.
Combatió y fue herido en Trafalgar. Siendo liberal, fue perseguido por Fernando VII y se vio obligado a emigrar a Inglaterra en 1823, regresando en 1834, después de la muerte de Fernando VI, y retomando su carrera, en la que llegó a lo más alto como Capitán General de la Armada. Murió en 1835.
La Descripción de Constantinopla de los oficiales de Federico Gravina constituye una aportación de primer orden al conocimiento de las relaciones hispanoturcas durante el siglo XVIII, y una visión de primera mano del pensamiento ilustrado europeo sobre la cultura y el mundo otomano, que había permanecido inédita y desconocida.
EL TRATADO DE PAZ DE ESPAÑA CON TURQUÍA
Con la llegada de Carlos III al trono, se produjo una inversión en la rivalidad hispano-musulmana en el Mediterráneo, que se había prolongado durante dos siglos. A partir de 1778, el ministro Floridablanca puso en marcha unas negociaciones de paz con Turquía, que condujeron al establecimiento de un tratado de paz, amistad y comercio, firmado el 14 de septiembre de 1782. Tras la firma del Tratado, Floridablanca envió como embajador de Carlos III al brigadier de la Armada Don Gabriel Aristizábal, para iniciar las relaciones diplomáticas, y entregar los regalos de cortesía al sultán Abdul Hamid I.
Se iniciaba así una serie de viajes de carácter diplomático, en los que los oficiales de Marina se dedicaron, sobre todo, a transportar a diplomáticos turcos y marroquíes por todo el Mediterráneo con destino a Constantinopla, y a fomentar las relaciones hispanoturcas. Al ser un destino exótico para los marinos españoles, algunos diarios de navegación incluían descripciones pormenorizadas de Constantinopla, obviando el nombre turco de Estambul en todas ellas.
EL VIAJE DE GABRIEL ARISTIZÁBAL A CONSTANTINOPLA
En 1784 se hizo a la mar una escuadra de guerra al mando de brigadier de la Armada Gabriel de Aristizábal, con el objetivo de reforzar la importancia del tratado de paz de 1782 con Turquía, y hacerle entrega de los regalos que el rey de España enviaba al sultán. La idea que les movía era, según el ministro, “abrir los mares de Levante a los españoles” y asegurar el comercio en el Mediterráneo. Viajaban también a Constantinopla dos tíos del emperador de Marruecos, acompañados de su correspondiente séquito y bagajes. Asimismo, iba a bordo la familia del enviado extraordinario de España en la Corte Otomana, Juan Bouligny.
La escuadra se componía de los navíos Triunfante, de 80 cañones, mandado por D. Sebastián Ruiz de Apodaca, San Pascual, de 74, por D. Francisco Javier Winthuysen, el bergantín Infante de 18 cañones por D. Juan María de Villavicencio, y la fragata Clotilde, de 26 por D. Bartolomé de Ribera. Salieron de Cartagena el 24 de abril de 1784 y recalaron en el puerto de Augusta, en Sicilia, llegando el 10 de septiembre a Constantinopla, donde permanecieron 43 días. Aristizábal se sometió a la complicada ceremonia de su presentación al sultán, y los oficiales se dedicaron a explorar y conocer esta ciudad mítica. Salieron de Constantinopla el 24 de octubre de 1784, recalando en Malta para hacer cuarentena por la peste que asolaba Constantinopla, fondeando el 31 de mayo de 1785 en Cartagena. El brigadier presentó el diario original del viaje al rey el 7 de junio. Dicho manuscrito, actualmente en la Biblioteca del Palacio Real, se compone de dos partes: el derrotero de la navegación con todas las noticias náuticas y las “Noticias de la capital de Turquía… como también de algunas observaciones sobre las costumbres de los turcos, su gobierno, fuerzas terrestres y marítimas en la actualidad.”
Esta segunda parte contiene multitud de noticias sobre Constantinopla, con información acerca de su clima y de sus monumentos, así como toda suerte de detalles relativos a las costumbres y forma de vida de sus habitantes, en los más variados aspectos, y constituye la primera toma de contacto por españoles con el imperio turco y sus costumbres. Ambas partes fueron publicadas en 1790.
LA DESCRIPCIÓN DE CONSTANTINOPLA ESCRITA POR LOS OFICIALES DE LA FRAGATA SANTA ROSA
En reciprocidad a la visita de la escuadra española, al poco tiempo se produjo el viaje del embajador turco, Vasif Efendi a España, transportado por una fragata francesa. En 1788, el capitán de navío Federico Gravina se hizo a la mar en la fragata Santa Rosa, con el encargo de devolver al embajador turco a su país, una vez concluida la visita a nuestro país, que constituyó un acontecimiento para el público español.
La fragata salió el 1 de abril de Cartagena, hizo escala en Sicilia, y llegó al canal de los Dardanelos el 6 de mayo. Los oficiales y el embajador entraron al puerto el 12 de mayo, donde desembarcó el embajador. Ellos permanecieron en la ciudad 31 días, visitándola y relacionándose con los diplomáticos europeos. La fragata se hizo a la mar el 13 de junio y la peste existente en Constantinopla les obligó a hacer la cuarentena en Malta, a la que estaban obligados todos los barcos europeos antes de entrar en sus respectivos países. Tras la recuperación de cincuenta y tres tripulantes, la Santa Rosa llegó a Cádiz el 28 de septiembre sin otro contratiempo.