El Pacífico es el mayor catálogo de islas que uno puede imaginar: unas 20.000 o 30.000, incluso su número es difícil de determinar con exactitud. Las hay grandes, gigantes, como Australia (que no se considera realmente isla sino continente) o Papúa Nueva Guinea, islas medianas, archipiélagos infinitos, atolones y hasta pequeños islotes que no alcanzan la consideración de islas.

Solo determinar los archipiélagos principales ya es complejo, y su geografía era incierta y esquiva hasta la llegada de los satélites, que nos permiten (ahora sí) navegar por este enorme islario y acercarnos incluso a los detalles de su último cocotero. Pero hasta llegar aquí, han pasado siglos de exploraciones, y miles de navegantes han intentado definir sobre el mapa los territorios insulares. Los primeros fueron españoles, y, si bien no es este el momento de centrarnos en aquella gran historia, haremos una simple escala en alguna de aquellas islas que fueron españolas durante más siglos, aunque la huella dejada no haya sido especialmente significativa.

Resultaría imposible enumerar (y menos aún describir) todas las islas del Pacífico. Sus nombres nos suenan extraños y lejanos, y apenas tenemos referencias de algunas a través de la literatura, las películas o ciertos hechos anecdóticos, como la isla Bikini, que sirvió para las pruebas nucleares francesas entre 1946 y 1958 y que dio nombre a una popular prenda de baño; o las islas más turísticas como las de Hawaii o la Polinesia francesa (Morea, Tahiti, Bora Bora). Hay islas que nos evocan cuadros, como las que inspiraron a Gauguin, novelas, como las Marquesas a las que se retiró el escocés Robert L. Stevenson, o incluso algunas nos suenan de las películas de las batallas de la II Guerra Mundial en el Pacífico, que dejaron numerosos barcos de guerra hundidos, imanes hoy para los buscadores de pecios.

LOS RESTOS DEL IMPERIO EN EL PACÍFICO

En 1898 España perdió los últimos restos de su gran imperio colonial, y lo hizo precisamente en el Pacífico. A finales del siglo XIX todavía quedaban desperdigadas por ese inmenso océano algunas islas que se habían ido incorporando a su territorio desde el siglo XVI. Las más destacadas eran las islas Filipinas, pero también otras más desconocidas e insignificantes, al menos en tamaño y en aportación económica, cuyos nombres ya ni siquiera suenan familiares a los españoles del siglo XXI: las Marianas, las Carolinas y Palaos. Filipinas pasó a manos de los estadounidenses en 1898, pero hubo que esperar unos meses más para que perdiésemos el resto de las islas, vendidas a los alemanes en 1989. Con el tratado germano-español firmado en Madrid el 12 de febrero de 1899, España cedió definitivamente al imperio alemán los archipiélagos de las Carolinas, Palaos, y Marianas, excepto la isla de Guam, ya cedida a Estados Unidos por el Tratado de París, firmado el 10 de diciembre de 1898, por el que España había abandonado sus demandas sobre Cuba (que declaró su independencia) y cedido oficialmente a los Estados Unidos Filipinas, Guam y Puerto Rico por 25 millones de dólares.

LA PRIMERA VEZ QUE NOS ASOMAMOS AL OCÉANO

El 25 de septiembre de 1513 Núñez de Balboa se asomó por primera vez al Pacífico. Nunca podría haber imaginado la distancia que le separaba de la costa asiática, ni que en aquel nuevo océano se dispersaban miles de islas, más o menos diminutas, que tanto tardaríamos en descubrir y conocer. En los siglos posteriores, el islario del Pacífico, desconocido e incierto, despertó la imaginación y la codicia de muchos navegantes, de aventureros en busca de una nueva “América”, y de buscadores de tesoros con o sin escrúpulos. En los más de 15.000 km que separan las costas panameñas de China, y desde el Ártico a la Antártida, hay más de 25.000 islas, la mayor parte de las cuales formaron, al menos en teoría y en algún momento, parte del imperio español. Algunas, como las Filipinas, durante casi cuatro siglos.

Los primeros exploradores por este mundo de islas inciertas fueron personajes heroicos como Magallanes y Elcano en su vuelta al mundo, o como Loaisa, Álvaro de Saavedra, Villalobos, Ladrillero, Urdaneta, Legazpi, Mendaña… y una amplísima relación de marinos que firman las páginas más fascinantes de nuestra historia de la exploración. Aquel océano inmenso que Núñez de Balboa llamó Mar del Sur y más tarde Pigafetta (cronista de Magallanes) renombró Pacífico, se convirtió realmente en el Gran Lago español, un mundo casi infinito en el que se esparcían más de 20.000 islas. Los españoles dieron nombre a miles de ellas; en algunos casos, se limitaron a avistarlas, ponerles un nombre sobre el mapa, y pasar de largo sin que nunca llegara a haber presencia real española. Así pasó por ejemplo en Hawaii, en las Islas Salomón, en muchas islas de la actual Polinesia Francesa, en islas e islotes cercanos a Australia, en Vanuatu, en las Molucas e incluso en algunas islas de los archipiélagos más hispanos, como Filipinas, Marianas o Carolinas. Eran de difícil acceso, sin demasiados recursos económicos que aportar y a miles y miles de kilómetros de distancia, en los que nunca resultó fácil ejercer la autoridad de la corona. El imperio tenía otros muchos frentes que abordar y territorios que gobernar como para preocuparse por unas islas remotísimas cuyo valor era meramente estratégico para la navegación.

LAS CAROLINAS, HOY MICRONESIA Y PALAOS

Las llamadas islas Carolinas formaron parte de nuestro imperio oceánico desde 1528 hasta 1899, en que fueron vendidas a Alemania por el llamado Tratado Germano-Español: más de 350 años en nuestro poder en los que solo unos pocos españoles residieron permanentemente en alguna de sus islas principales. Descubiertas por Toribio Alonso de Salazar en el viaje en el que murió Elcano en 1526, se avistó entonces solo la isla de Taongui, conocida como San Bartolomé o de Gaspar Rico, y fue realmente en 1528 cuando las redescubrió Álvaro de Saavedra y tomó posesión para la Corona española de las islas de Uluti o de los Reyes, en el actual archipiélago de las Marshall, conocidas algún tiempo después como islas de los Garbanzos.

Los nombres del islario español cambiaban muy a menudo, y esto también dificultaba su reconocimiento posterior o incluso planteó problemas jurídicos. Las Carolinas fueron también conocidas como Islas de los Corales, del Rey o de los Jardines, e incluso durante algún tiempo se las llamó Nuevas Filipinas. Su nombre definitivo, Carolinas, se lo dio Francisco de Lezcano en 1686 en honor del rey Carlos II de España. Bajo este nombre se incluían también las islas Palaos y las Islas de los Pintados, que después serían rebautizadas como islas Gilbert e islas Marshall por los exploradores ingleses.

Actualmente las Carolinas forman dos países independientes: los Estados Federados de Micronesia y la República de Palaos, y apenas conservan recuerdos de España, más allá de lo anecdótico, como un pueblo en la isla de Yap llamado Madrich, o algunos restos de fortificaciones o iglesias. La influencia más duradera ha sido la religiosa a través de la presencia permanente de misioneros. Hasta el final de la dominación española se sucedieron sublevaciones y periodos de paz, ya que el abrupto y selvático territorio insular dificultaba la acción represiva de las tropas españolas. Excepto Pohnpei, Yap y, según las épocas, Kosroe, Weno y Ulithi, la posesión española sobre el resto de islas o atolones diseminados de las Carolinas era más nominal que otra cosa.

En 1852 el coronel español Coello expuso a su gobierno las ventajas que la ocupación efectiva de las islas Carolinas proporcionarían al comercio de Filipinas con Australia, Nueva Guinea y América, pero sus sugerencias no fueron tomadas en cuenta hasta 1885, cuando España empezó a establecer derechos aduaneros en la región ante la amenaza real de Alemania e Inglaterra, que ya habían comenzado a establecer misioneros y comerciantes en las islas. El papa León XIII arbitró el conflicto a favor de España, reconociendo sus derechos y asignando a Alemania las Islas Marshall y la posibilidad de conservar una estación naval en alguna de las islas Carolinas. Tras la venta de las islas a Alemania en 1899, España se reservó algunos derechos, puramente nominales, en las islas, posteriormente fueron ocupadas por Japón en 1914 y puestas bajo mandato de la Sociedad de Naciones en 1920. Durante el II Guerra Mundial fueron conquistadas por Estados Unidos y al finalizar la guerra quedaron bajo el control de Naciones Unidas. De 1947 a 1990 fueron administradas por EEUU hasta que finalmente en 1990 se proclamaron independientes con el nombre de Estados Federados de Micronesia, (Truk, Kosrae, Yap y Ponapé), aunque Palaos, la más occidental de las islas, decidió no unirse a la Federación y declararse república independiente (1994).

Apenas queda nada en las islas de la presencia española (350 años que se limitaron en realidad a menos de 15 años de gobierno efectivo, desde 1885 a 1899): una ciudad llamada Kolonia que es hoy capital de la isla de Pohnpei (que no del estado), un fuerte en en Yap (“Spanish Fort”) y unas murallas en Pohnpei (“Spanish Wall”).

LAS ISLAS DE LOS LADRONES O ISLAS MARIANAS

A las islas Marianas se las conoció durante mucho tiempo como Islas de los Ladrones. Se trata de un archipiélago situado al este de Filipinas y al sur de Japón, cuya isla más meridional es Guam, la isla donde Magallanes desembarcó en 1521 tomando posesión del archipiélago. En 1668 España instaló en ellas una misión jesuítica que llegó a conseguir la conversión del cacique de aquellas islas, rebautizadas como Islas Marianas, en honor a Mariana de Austria esposa de Felipe IV.

En las Marianas los españoles estuvieron algo más presentes que en las Carolinas debido al papel más decisivo que tenían como escala en la navegación por el Pacífico del Galeón de Manila. Desde 1668 se intentó instalar en ellas a misioneros, pero igual que en las Carolinas, se sucedieron las revueltas y los asesinatos de los pocos españoles que trataron de asentarse. En el siglo XIX se logró establecer en las islas un gobierno regular y también un presidio al que se llevaban los condenados desde las Islas Filipinas, obligados a trabajar para colonizar el territorio. En estas islas quedan huellas de la presencia española en la lengua, el chamorro, y también en algunos restos arqueológicos, como los de las primeras misiones jesuíticas en el norte de Guam, restos de iglesias o del puerto de Umatac, donde fondeaba anualmente el galeón español. En chamorro se pueden escuchar frases como “Felis cumpleaños” (incluyendo la ñ) “Buenas noches” o los números, casi idénticos al castellano: “Unu, dos, tres, kuåtro, sinko, sais, siete, ocho, nuebi, dies…” y en esta lengua reside la huella más permanente de España, una huella viva, hablada todavía por unas 50.000 personas en las islas de Guam, Saipán,Tinián, Rota, Yap, Ponapé y algunos lugares de Estados Unidos. Un cincuenta por ciento de sus palabras vienen del español y el resto del polinesio, aunque la estructura gramatical se debe a la lengua local. Las islas, como las Carolinas, pasaron a manos germanas en 1899 y fueron ocupadas por los japoneses en 1914. Por el tratado de Versalles, Japón recibió estas islas en mandato de 1919 a 1947 a excepción de Guam, que había sido cedida por España a EEUU en 1898. Las Marianas fueron escenario de muchos combates entre americanos y japoneses en la segunda Guerra Mundial y de ahí la abundancia de barcos hundidos en sus aguas.

Hoy día las Marianas son un archipiélago de 15 islas que administrativamente forman parte de dos territorios dependientes de los Estados Unidos: las Islas Marianas del Norte (Estado Libre Asociado de EEUU) y Guam (Territorio organizado no incorporado de EEUU). Por último, el archipiélago de las Palaos (hoy conocido oficialmente como República de Palaos) está formado por más de 340 islas de origen volcánico y coralino en el mar de Filipinas y su historia es paralela a la de las Marianas. Se han convertido en uno de los grandes paraísos mundiales del buceo, el verdadero tesoro de estas “islas” sin riquezas aparentes, que un día fueron españolas, casi sin enterarse.

OCÉANO PACÍFICO: ALGUNOS DATOS

  • El Pacífico ocupa 165 millones de kilómetros cuadrados aproximadamente. Tiene una anchura máxima de más de 20.000 kilómetros (entre Malasia y Colombia, en el grado cinco al norte del Ecuador). Es el espacio geográfico más grande del planeta: podría contener dentro de él a todos los continentes y todavía quedaría espacio libre.
  • En el sur, sus aguas se confunden con las del océano Glaciar Antártico, una frontera abierta e imprecisa. Por el norte, se cierra con un inmenso arco, roto solo por el estrecho de Bering.
  • A cada kilómetro cuadrado de tierra firme le corresponden ciento treinta de agua salada y de la tierra emergida, un 70% corresponde a Nueva Guinea y otro 20% a Nueva Zelanda. El 10% restante está repartido entre más de 20.000 islas.
  • La mayoría de los archipiélagos pacíficos se encuentran entre los trópicos de Cáncer y Capricornio. En el hemisferio norte hay cinco grupos insulares de importancia: las Hawai, las Marshall, las Carolinas, las Marianas y las Palaos. En el sur, los archipiélagos principales son las Tuamotu, las Sociedad, Las Cook, el grupo de Tonga, el de Samoa, las islas Fiyi, las Salomón, las Vanuatu (Nuevas Hébridas), Nueva Caledonia y el archipiélago del Almirantazgo, al norte de Nueva Guinea.
  • Los archipiélagos están formados por una o varias islas principales y cientos de islotes que hacen difícil la navegación porque apenas sobresalen del agua. Hay multitud de tipos de islas, desde islotes diminutos, hasta atolones coralinos o las montañas volcánicas hawaianas.
  • La más apartada es la Isla de Pascua, a 3.000 km de la costa chilena y a 2.000 de la isla más cercana, Pitcairn, famosa por ser el último refugio de los desertores del Bounty en el siglo XVIII.
  • El Pacífico se divide tradicionalmente en cuatro regiones étnicas: Melanesia, Micronesia, Polinesia e islas del sudeste de Asia (entre las que se incluyen las Filipinas). Melanesia está integrada por Nueva Guinea y otros archipiélagos como las islas Bismarck, Nueva Bretaña, las Salomón, las Nuevas Hébridas y Nueva Caledonia. Muchos incluyen también las Fiyi y las Tonga aunque otros las engloban en la Polinesia. Sus habitantes son de piel más oscura que el resto de los habitantes del Pacífico. Las islas Polinesias dibujan un gran triángulo en el Pacífico oriental formado por las islas Hawai al norte, la isla de Pascua al este y Nueva Zelanda al oeste. Por último, Micronesia está formado por diversos grupos de islas al este de Filipinas, entre el trópico de Cáncer y el Ecuador (las Palau, las Marshall, las Marianas, las Carolinas, las Gilbert y multitud de atolones coralinos.
  • Las navegaciones españolas al Pacífico tuvieron dos épocas principales. La primera abarca desde 1521 a 1606, y la segunda los reinados de Carlos III y Carlos IV a finales del siglo XVIII y principios del XIX, aunque sigue habiendo viajes y descubrimientos entre ambos periodos y durante todo el siglo XIX. El Galeón de Manila, Nao de China o Galeón de Acapulco, comunicó durante siglos España con las islas más remotas de su imperio, a través de los puertos americanos. Las naves cruzaban el océano Pacífico una o dos veces al año entre Manila y los puertos de Nueva España, principalmente Acapulco. El servicio fue inaugurado en 1565 por Andrés de Urdaneta tras descubrir el Tornaviaje o ruta de regreso a México aprovechando los vientos. El último viaje fue en 1815. La independencia de México interrumpió definitivamente este servicio. El esfuerzo de España por mantener estas islas del Pacífico bajo su dominio (principalmente las Marianas) tenía sentido solo por su papel de escala y aprovisionamiento para la gran colonia española del Pacífico que era Filipinas y el tráfico comercial establecido a través de Filipinas entre China, América y Europa.

Lola Escudero