El Ártico es la clave de bóveda que mantiene en pie el Planeta
Anoche clausuramos el Mes Geográfico dedicado al Ártico con la mesa redonda sobre la irresistible atracción del Polo Norte, moderada por Ramón Larramendi, explorador de excepción de aquellas tierras. Miguel Gutiérrez Garitano, y Javier Argüello, fueron los protagonistas de una charla que cerró con broche de oro nuestro ciclo de conferencias.
Los dos escritores habían llegado en velero hasta más allá del Circulo Polar buscando, cada uno, el sentido del Viaje y estábamos reunidos allí para escuchar sus razones. Miguel, reportero de guerra pero sobre todo escritor y viajero, se embarcó en el Northabout para conocer el escenario de las historias de quienes se aventuraron a lo largo de los años por el Estrecho de Nares, entre Groenlandia y la isla de Ellesmere. De paso vería de cerca los efectos del cambio climático y volvería para contarlo, de hecho ahora prepara un libro y un documental sobre aquello.
Javier, periodista de viajes y escritor, se unió a la aventura del conocido navegante Albert Bargués para alcanzar en el Sterna la mayor latitud navegable en velero porque se lo ofrecieron, reconoció, y “era una oportunidad que no se volvería a repetir”. Su visión sobre las motivaciones para conocer el Ártico dieron para alargar la charla. Citó el libro de Victor Hugo, “Los trabajadores del mar” donde uno de sus protagonistas dice mientras habla con otro más o menos esto:
-Quiero ver qué hay más allá.
– ¿Y qué es allá?
– Allá – refiriéndose a lo desconocido.
Viajar por el sólo impulso de viajar. Y en el caso del Ártico como destino extremo, es viajar a descubrir no sólo un paisaje o un territorio, sino también hacer un viaje al interior de uno mismo. Al volver a España, Javier escribió el guión del documental Latitud 80º, y respiró profundo en su balcón cuando vio que se hizo de noche por primera vez después del día eterno en el verano del Norte.
Algo parecido le sucedió a Miguel, desorientado por 24 horas de sol, aunque no tanto por el paisaje, en el que, después de mirar un rato, se empiezan a reconocer la gama de blancos. Los inuits son expertos en el tema.
“Cada vez que nace una nueva generación, nacen nuevos exploradores”, dijo refiriéndose a la capacidad de sorprendernos y descubrir en un planeta que ya percibimos como limitado. Cada persona quiere ver por sí mismo un determinado lugar y esa curiosidad exploradora es inagotable aunque oficialmente “todo esté descubierto”. “La exploración, añadió Argüello, tiene que ver con la incertidumbre, con el riesgo, con despegarse del mundo conocido. Un tema interesante que enlaza con el del turismo. ¿Habrá turismo en el Ártico? “Lo hay ya y es inevitable” apuntó Larramendi ante la pregunta del público, “pero hay que hacerlo con responsabilidad, atendiendo a los límites impuestos para la protección de estas zonas, como ocurre en la Antártida, donde sólo pueden desembarcar 80 personas al día”.
¿Y qué pasa con el Cambio Climático? “El Polo Norte es como la clave de bóveda que une los arcos que forman el planeta, si se rompe, se cae todo. Al final le daremos la razón a la teoría, desestimada hasta ahora, de que existe un gran mar abierto polar, porque el actual, se está derritiendo”, dijo Miguel Gutiérrez Garitano al respecto. Javier Argüello por su parte apuntó que lo que está sucediendo en el Ártico es síntoma de lo que terminará ocurriendo en el resto del mundo. “La lección de humildad y respeto por el planeta que se aprende al visitar el Ártico es inevitable igual que la sensación de pequeñez”, concluyó.
Tanto Garitano como Argüello coincidieron en que la visita a este punto de la Tierra es, sin duda, “como un viaje espacial” (Argüello), a un mundo totalmente distinto y desconocido, que por la duración de sus días es como “trasladarse a otro universo” (Garitano).