Hugh Thomas. Editorial Planeta
Hugh Thomas reconstruye en este relato preciso y asombroso los diez meses que el autor de “El barbero de Sevilla” y “Las bodas de Fígaro” vivió en Madrid, entre mayo de 1764 y marzo de 1765, en un palacete de la calle de la Montera, acompañado por sus hermanas, y por qué decidió que sus inmortales personajes “tuvieran nombre y nacionalidad española y vivieran en Sevilla” ciudad de la que no hay constancia que ni siquiera visitara.
Pierre-Augustin de Beaumarchais no llegó más al sur de Aranjuez en busca de la Corte de Carlos III, con quien deseaba establecer otro tipo de negocios, como la venta de esclavos africanos al Imperio español. Sin embargo, durante su estancia madrileña se introdujo de lleno en la vida social de la época, encontró hombres y mujeres ingeniosos de todas las clases, reales, a los que trató en una sociedad maravillosamente animada y con una forma de vida que permitió que sus personajes florecieran. Aunque no llegó a Sevilla, allí era donde se originaban las danzas españolas que tanto cautivaron y escandalizaron a este francés y allí era donde llegaban los barcos cargados con oro y esmeraldas desde hacía más de doscientos años.
A su vuelta a París comenzó su gloria como autor teatral y de sus recuerdos en la capital del reino surgieron personajes como Fígaro, el inmortal barbero, el Conde de Almaviva y su jardinero Antonio, Rosina y Susana, que son hoy en día sevillanos de fama mundial.
Sevilla se convirtió así en un mito que pervive hasta nuestros días, uno de los grandes mitos románticos de nuestro tiempo, en un escenario que con posterioridad siguieron glorificando Mozart, Rossini, Verdi, Merimée, Bizet….Y que como Beaumarchais, ninguno estuvo en la ciudad de la Giralda.